Aminah Assilmi, Ex-Cristiana, USA (parte 3 de 4)
Descripción: Aminah habla de las tantas pruebas que tuvo que enfrentar al aceptar el Islam, de que la alejaron de sus hijos hasta perder todos sus amigos y su familia.
- Por Aminah Assilmi
- Publicado 08 Dec 2008
- Última modificación 10 Dec 2008
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Cómo el Islam cambió mi vida
“Cuánto más amamos la luz… Una vez que vivimos en la oscuridad”.
Cuando abracé el Islam, no pensé realmente que eso afectaría mucho mi vida. El Islam en realidad no afectó mi vida. La cambió por completo.
Vida familiar: Mi esposo y yo nos amábamos profundamente. Ese amor todavía existe. Aun así, cuando comencé a estudiar el Islam, comenzamos a tener algunos problemas. Me vio cambiar y no comprendía lo que sucedía. Tampoco lo comprendía yo. Pero luego, ni siquiera me percaté de que estaba cambiando. El decidió que lo único que podría haber estado logrando ese cambio en mi, era otro hombre. No había manera de hacerle comprender lo que me estaba haciendo cambiar porque ni siquiera yo lo sabía.
Después de que me di cuenta de que era musulmana, eso no ayudó al asunto. Después de todo… la única razón por la cual la mujer cambia algo fundamental en su religión es otro hombre. No podía encontrar evidencias de otro hombre… pero tenía que existir. Terminamos en un horrible divorcio. Las cortes determinaron que la religión poco ortodoxa sería determinante para el desarrollo de mis hijos. Por lo tanto, me quitaron la custodia.
Durante el divorcio, hubo momentos en los cuales me dijeron que tenía otra opción. Podía renunciar a esta religión y vivir con mis hijos, o renunciar a mis hijos y vivir con esta religión. Estaba en shock. Para mi esta no era una opción. Si renunciaba a mi Islam… le estaría enseñando a mis hijos como ser engañoso, ya que no había manera de negar que esto estaba en mi corazón. No podía negar a Dios, no en ese entonces, ni nunca. Recé como nunca lo había hecho antes. Después de que pasaron los treinta minutos, sabía que no había un lugar mas seguro para mis hijos que bajo el cuidado de Dios. Si lo negaba, no había manera en el futuro de que mis hijos estuvieran bajo el cuidado de Dios. ‘¡Esto no fue un rechazo hacia mis hijos!
Dejé las cortes sabiendo que la vida sin mis bebes sería muy difícil. Mi corazón sangraba, aunque sabía, dentro de mí, que había hecho lo correcto. Encontré consuelo en Ayat-ul-Kursi.
“¡Allah! No existe nada ni nadie con derecho a ser adorado excepto Él, Viviente, se basta a Sí mismo y se ocupa de toda la creación. No Lo toma somnolencia ni sueño. Suyo es cuanto hay en los cielos y la Tierra. ¿Quién podrá interceder ante Él sino con Su anuencia? Conoce el pasado y el futuro; y nadie abarca de Su conocimiento salvo lo que Él quiere. Su Trono se extiende en los cielos y en la Tierra, y la custodia de ambos no Le agobia. Y Él es Sublime, Grandioso.” (Corán 2:255)
Esto también hizo que comenzara a ver todos los atributos de Dios y a descubrir la belleza de cada uno.
La custodia de mis hijos y el divorcio no fueron los únicos problemas que tuve que enfrentar. El resto de la familia tampoco aceptó mi decisión. La mayoría de la familia se rehusó a tener contacto alguno conmigo. Mi madre creía que era solo una etapa y que saldría de ella. Mi hermana, la experta en ‘salud mental’ estaba segura de que simplemente había perdido la cabeza y que debían internarme. Mi padre creía que me debían matar antes de que mereciera un lugar mas profundo del Infierno. De repente me encontré sin esposo y sin familia. ¿Qué vendría luego?
Amigos: La mayoría de mis amigos se alejaron durante el primer año. No era más graciosa. Ya no quería asistir a fiestas o bares. No me interesaba encontrar un novio. Todo lo que hacia era leer ese ‘estúpido’ libro (el Corán) y hablar del Islam. Que aburrimiento. Todavía no poseía en conocimiento suficiente como para ayudarlos a comprender lo hermoso del Islam.
Trabajo: Mi trabajo era lo próximo. Aunque había ganado cada premio en mi categoría y era reconocida como lanzadora de nuevas tendencias y buena comerciante, el día que me puse el hijab, fue el final de mi trabajo. Ahora no tenía familia, amigos ni trabajo.
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