Aisha, Estados Unidos (parte 2 de 2)
Descripción: La historia de conversión al Islam de una niña de 12 años de edad. Parte 2: Su sinceridad y sus oraciones la llevaron al Islam.
- Por Aisha
- Publicado 02 Nov 2015
- Última modificación 02 Aug 2018
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Un día, recibí un libro de la biblioteca llamado El club de la fe, de Ranya Idliby, Suzanne Oliver y Priscilla Warner. Trataba de tres personas, un judío, un cristiano y un musulmán, que estaban reunidos y hablaban sobre religión. Debido a esto, Husna lo leyó también y las dos comenzamos nuestro propio "Club de Fe". Fue muy divertido y pude escuchar muchas opiniones de Husna acerca de cosas relacionadas con su velo, el 9/11 y Dios Mismo. Desde un comienzo, dejé en claro que yo estaba bien con mi religión. Afirmé que no quería cambiar.
Después de un par de meses haciendo el "Club de Fe", aflojamos un poco. Es decir, yo ya no estaba pensando en Dios tanto como antes. Pero efectivamente, unas pocas semanas después, me quedé mirándome al espejo. Me miré fijamente a los ojos y me pregunté por qué no tenía muchos amigos, por qué no me maquillaba todo el tiempo como las demás chicas, y por qué me preocupaba tanto por la religión. "Dios, muéstrame el camino correcto… No sé qué hacer", recé. "Quiero tener una religión. Quiero creer realmente en Ti". Ese mismo día, Husna me envió un correo electrónico invitándome al Islam. Le respondí que yo estaba bien como era, pero que me fascinaba su religión. No podía imaginar lo que ocurriría después.
Empecé a revisar muchos libros sobre Islam en la biblioteca y dejé de leer libros chatarra, inapropiados. Pasé horas en el computador aprendiendo sobre el Islam. Vi conferencias en Youtube y quise ser la hermana de la que estaba hablando el conferencista. Comencé a mirar más allá de lo que ve la gente y encontré lo que sentía. Comencé a darme cuenta de que hay Un Dios, que solo puede haber Un Dios. Era perfectamente obvio para mí que Jesús, la paz sea con él, fue un Profeta, uno de los más importantes, de hecho. ¿Por qué Dios se enviaría a Sí mismo a la Tierra para ser asesinado? El Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, fue una gran inspiración para mí, porque él fue un converso al igual que todos sus seguidores. Él practicó la religión perfectamente, como yo quería hacer algún día. Incluso me sentí relacionada con Moisés, que Dios lo bendiga, porque yo estaba alejándome de la gente que exigía mi servicio, y estaba comenzando a ser mi propia persona.
Empecé a hallar mi propia identidad, creyendo en todas estas cosas. Ya no era una niña superficial, extraña y llena de acné, sino una persona independiente y fuerte como siempre había querido ser. A los 12 años de edad me encontré finalmente a mí misma. ¡Alhamduil‑lah, todas las alabanzas son para Al‑lah! Ya no tenía muchos amigos, pero seguía teniendo a Husna para hablar con ella. Comencé a encontrar a otras musulmanas con las cuales comunicarme. Era muy divertido hablar con ellas y me di cuenta de que quería convertirme. No en unos pocos años, no en el próximo mes, sino ahora mismo.
Todos los conversos con los que había hablado habían esperado durante años para decir su testimonio de fe. Pero para mí fue diferente. No había sentido en esperar. Ya les había dicho a mis padres que estaba interesada en el Islam.
Siempre que estaba sola en casa me paseaba con un pañuelo en la cabeza. Escuchaba la recitación del Corán en árabe y leía su traducción al inglés. Finalmente, llegaron las vacaciones de primavera. Todos aquellos con los que había hablado querían que yo me convirtiera. Yo quería convertirme. Le pedí a Dios: "Al‑lah, Dios, envíame una señal. ¡Envíame la señal de que debo convertirme!".La señal llegó: era yo misma. Era todo lo que había aprendido y lo mucho que me había beneficiado, y también lo mucho que amaba a Al‑lah y al Islam. Eran todos mis amigos musulmanes y no musulmanes, los libros que había leído y el Corán. Todo había estado siempre ahí, todas las señales, pero no me había dado cuenta de ello hasta ese momento, cuando caí en mi cama y lloré. Sollocé y grité y me di cuenta de que no me importaba lo que pensaran los demás, no me importaba lo que pensaran mis amigos, solo me importaba lo que pensara Al‑lah. Yo sabía que Él quería que yo me convirtiera y eso fue lo que hice.
El final
La vida continuó. Seguí asistiendo al colegio y seguí haciendo la mayoría de las cosas igual que antes, excepto que ahora sabía que era musulmana. Desde mi conversión, rezo cinco veces al día, algunos días sin ganas y otros con gran anhelo. He dudado de mi fe, a veces he pensado que quizás no debía haberme convertido, mientras que otras veces pienso que ha sido la mejor decisión de mi vida. Al comienzo no se lo conté a mis amigos ni a mis padres y estaba agradecida por ello, puesto que me dio la oportunidad de comenzar a asistir a la mezquita y acercarme a Al‑lah antes de tener la fuerza para decirles.
Mi vida tiene ahora un propósito, y todavía tengo 12 años. Estoy en paz conmigo misma teniendo fe en Al‑lah, y sé que cada vez que pierdo algo será para mi beneficio en uno u otro aspecto. Estoy liberada y soy libre. Ya no soy una simple "occidental". He dejado de pensar en el qué dirán y he comenzado a escuchar mi propio corazón.
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