Mi esposo musulmán
Descripción: Reflexiones de una musulmana conversa.
- Por Sumayyah Mihan
- Publicado 20 May 2013
- Última modificación 20 May 2013
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Hace 12 años que me casé con mi esposo musulmán, y el camino ha sido realmente largo y movido, pero feliz. Por la época en que me casé, yo era católica y no tenía la intención de convertirme al Islam.
Mi nuevo esposo era muy comprensivo y solo me pidió que al menos tratara de leer una traducción del Corán al inglés de vez en cuando. Acepté. Pronto nos trasladamos a Kuwait pues la economía de los Estados Unidos era muy débil en ese entonces y nos era imposible mantener una buena vida.
En el instante en que bajé del avión fui introducida a un mundo completamente nuevo que estaba lleno de Islam, musulmanes, tradiciones culturales y una forma completamente nueva de pensamiento. Sería poco decir que estaba aterrada hasta la médula ósea. Todo lo que quería hacer era saltar de nuevo al avión y volar lejos de este extraño mundo nuevo.
Sin embargo, mi esposo musulmán estuvo a mi lado a cada paso del camino. Cuando descubrí que su madre cocinaba con muchos condimentos, él se aseguró de que tuviera disponibles otras opciones de comida, incluyendo algunos artículos culinarios estadounidenses, como McDonald’s y Pizza Hut.
Cuando me ponía nostálgica por mi familia en los Estados Unidos, él permanecía toda la noche consolándome y ofreciéndome llevarme a “casa”. Durante cada momento feliz, cada enfermedad, y en los días en que estaba tan triste que apenas podía sonreír, mi esposo musulmán estaba a mi lado sosteniendo mi mano. Él es mi mejor amigo, confidente, y el padre de mis hijos. Igualmente comparte el cambio de pañales sucios, la patrulla de derrames, y el manejo de las rabietas. Nada lo descompone, ni siquiera cuando los niños vomitan en su camisa nueva o cuando tiene que lavar los platos porque estoy demasiado cansada para moverme.
Es infortunado que los esposos musulmanes, especialmente, reciban tan mala prensa en los medios occidentales. Muy a menudo los esposos musulmanes son retratados como monstruos controladores que obligan a sus esposas a vestir el “uniforme islámico”.
La realidad es que tanto los esposos como las esposas musulmanes a menudo deciden seguir un código islámico de vestimenta porque está ordenado en el Corán y en la Sunna del Profeta Muhammad. No es un tema de fuerza ni una guerra de voluntades.
Dios Todopoderoso dice en el Corán (lo que significa):
“Dile a los creyentes [¡oh, Muhammad!] que recaten sus miradas y se abstengan de cometer obscenidades, porque eso es más puro para ellos. Dios está bien informado de lo que hacen. Dile a las creyentes que recaten sus miradas, se abstengan de cometer obscenidades, no muestren de sus atractivos [en público] más de lo que es obvio, y que dejen caer el velo sobre su escote”. (Corán 24:30-31)
Yo, en lo personal, vine a Kuwait vistiendo camiseta y jeans. Vestía lo que quería y ni mi esposo ni su familia musulmana me decían nada al respecto.
Sin embargo, mi esposo siguió pidiéndome que leyera el Corán. Sus recordatorios gentiles y a veces fastidiosos, dieron resultado. Finalmente comencé a leer el Corán y creció mi hambre por conocer más y más sobre el Islam.
Busqué y hurgué hasta que encontré la verdad que siempre había buscado dentro de las páginas del Corán. Tomé la decisión de hacerme musulmana y me fui a comprar mi primer hiyab yo misma.
Mi esposo se convirtió en mi profesor y me enseñó todo sobre el Islam, el ayuno y la oración islámica. Cuando cometía algún error o vacilaba, no me reprendía, sino que aumentaba sus esfuerzos por enseñarme todo apropiadamente.
Su paciencia era notable, ya que la mía era poca. Quería saber mucho sobre el Islam y eso no era algo que ocurriría de la noche a la mañana. Pero ocurrió.
El Islam ha traído un sentimiento de calma a mi propio ser y una atmósfera serena a mi hogar así como a mi matrimonio. Desde que me hice musulmana me he dado cuenta de que estoy menos estresada o preocupada respecto al futuro.
Ahora soy mucho más paciente y no me pongo tan nerviosa como acostumbraba debido a las cosas pequeñas de la vida diaria. A través del Corán y de la Sunnah del Profeta Muhammad he aprendido que esta vida realmente es para esforzarnos a diario en realizar obras buenas que nos abran la puerta hacia el mundo siguiente por venir.
Sumayyah Mihan se convirtió al Islam hace casi 11 años. Ella es graduada de Waynesburg College con un título en justicia criminal. Está escribiendo un libro islámico para niños. Actualmente reside en Kuwait con su esposo y tres hijos.