Kristin, Ex-Católica, USA (parte 2 de 2)
Descripción: Una ex cristiana habla de las cosas que veía como ilógicas en el cristianismo y su interés por el judaísmo.
- Por Kristin
- Publicado 06 Jul 2009
- Última modificación 06 Jul 2009
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A estas alturas estaba tan confundida y frustrada como cuando comencé mi búsqueda. Tenía ganas de estirarle mis brazos a Dios y gritar: “¿Y ahora?” No era judía, no era cristiana; era una persona que creía en un Dios. Pensé en dejar de lado la religión organizada. Solo quería la verdad, no me importaba de que libro sagrado viniese; solo la quería.
Un día estaba leyendo en Internet y decidí tomarme un recreo y buscar un salón de Chat. Note un “Chat religioso”, en el cual por supuesto estaba interesada, entonces entre. Vi un salón llamado “Chat musulmán”. ¿Debería entrar? No deseaba que ningún terrorista tuviera acceso a mi e-mail y me enviara virus a mi computadora, o algo peor. Me imaginé hombres enormes vestidos de negro con grandes barbas entrando por mi puerta y secuestrándome. (Se nota lo que sabía acerca del Islam – ¡Cero!). Pero luego pensé, vamos, esta es solo una inocente investigación. Decidí entrar y noté que las personas del Chat no eran tan terroríficas como yo había pensado que serían. De hecho, la mayoría de ellos se llamaban entre ellos “hermano” y “hermana” ¡incluso si recién se conocían! Saludé a todos y les pedí que me informaran con lo básico del Islam, ya que no sabía nada de ello. Lo que me dijeron era muy interesante y coincidía con lo que yo ya creía. Algunas personas ofrecieron enviarme libros y yo accedí. (Dicho sea de paso, nunca recibí ningún virus y ningún hombre apareció en mi puerta para secuestrarme, ¡excepto por mi esposo pero fui con gusto!)
Cuando Salí del Chat, me dirigí a la biblioteca a investigar cada libro del Islam, como hice con el judaísmo. Ahora si me sentía interesada en lo que leía y aprendía. Antes de llevar a mi casa todos esos libros, quería investigar un poco. Esto era un cambio para mi… los primeros que miré explicaban lo básico mas detalladamente, algunos eran eruditos y algunos tenían imágenes de enormes y hermosas mezquitas con mujeres con pañuelos. Por suerte, también miré el Corán… lo abrí al azar y comencé a leerlo. El lenguaje fue lo que me impresionó al principio, sentí que una autoridad me hablaba, no un hombre, como me pasó con otros textos “sagrados”. El pasaje que leí (y desafortunadamente no recuerdo cuál era) hablaba acerca de lo que Dios espera que hagas en tu vida y como vivir de acuerdo a Sus mandamientos. Afirmó que Dios es el mas Gentil, Piadoso y Perdonador. Lo más importante es que a Él regresamos. Antes de saberlo, podía sentir las lágrimas cayendo sobre las páginas mientras las leía. Estaba llorando en el medio de la biblioteca, porque finalmente, después de mi búsqueda y cuestionamiento había encontrado lo que estaba buscando; el Islam. Sabía que el Corán era algo único porque había leído mucha literatura religiosa, y ninguna fue tan clara o me hizo sentir de esa manera. Ahora puedo ver la sabiduría de Dios… por dejarme explorar el judaísmo y el cristianismo tan detenidamente antes de encontrar el Islam, para poder compararlos y percatarme de que NADA se compara con el Islam.
Desde ese momento continúe investigando el Islam. Me acerqué buscando inconsistencias como lo hice con el judaísmo y el cristianismo, pero no había nada. Registre el Corán, buscando por alguna discrepancia; ¡incluso hoy en día no le encuentro ninguna inconsistencia! No solo no tiene inconsistencias, sino que tiene una respuesta para cada pregunta que pudiese formular: una respuesta con sentido.
Después de tres meses, decidí que el Islam era la respuesta y oficialicé mi conversión diciendo la Shahadah. Sin embargo, tuve que decir mi Shahadah por teléfono con un imam de Pennsylvania porque no había musulmanes ni mezquitas cercanas (la mas cercana estaba a unas 6 horas). Nunca me arrepentí de mi decisión de convertirme. Como no había ningún musulmán cerca de mí tuve que tomar la iniciativa de aprender por mi cuenta, pero nunca abandoné la búsqueda de la verdad. Aceptar el Islam fue como un despertar de mi espíritu, mi mente e incluso de la manera en que miraba el mundo.
Pude compararlo con alguien con problemas de vista; su lucha para estar al día, no puede concentrarse y viven en un constante desafío por su discapacidad. Si alguien le da un par de anteojos todo se vuelve claro y enfocado. Esta es mi experiencia con el Islam: como recibir un par de anteojos, que me permiten, por primera vez, ver la realidad tal cual es.
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