Valerie Wright, Excristiana, Estados Unidos (parte 2 of 2)
Descripción: La historia de una adolescente estadounidense que descubrió el Islam gracias a muchas señales que Dios puso para ella. Parte 2: Cómo finalmente abrazó el Islam.
- Por Valerie Wright
- Publicado 07 Jan 2013
- Última modificación 07 Jan 2013
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Cuando tenía 15 años, me fui a vivir con mi padre. Me quedé con él por dos años y medio, y durante ese tiempo me involucré regularmente con una iglesia metodista. A veces asistía también a una iglesia bautista a la que iba mi madrastra. En cada iglesia que visita, siempre sentía que no pertenecía a esa gente, especialmente con los de mi edad. Sin embargo, nunca se me ocurrió buscar otra religión.
Cuando tenía 17, tuve un sueño. Estaba de pie al lado de un arbusto verde de hojas pequeñas y pequeñas flores amarillas. Un ángel apareció frente a mi en un resplandor, pero no pude verlo, excepto por una especie de esbozo de su forma o energía. Reunió un ramo de flores amarillas para mí. Las flores brillaban. Entonces el ángel me tomó y me llegó a un lugar especial. Como no podía ver al ángel, veía todo a mi alrededor como si estuviera volando.
Entré en un lugar donde brillaba el sol y se filtraba a través de una bruma ligera. Al principio vi pastos altos balanceándose y árboles con grandes hojas cafés. A medida que avanzábamos, el pasto se hizo más corto y había árboles con flores muy rojas, rosadas y blancas, con pequeños centros negros. Las flores eran abundantes, cubrían las ramas y los troncos, incluso la tierra en sus bases. Los siguientes árboles eran una especie de árboles de hoja perenne.
Cuando me volví y miré a mi alrededor, vi un parche rectangular de tierra cultivada a lo lejos a mi derecha. Parecía que algunas hierbas muy altas crecían allí. Vi otro pequeño rectángulo de lirios morados. Junto a ellos había una casa de madera. El ángel me llevó por sobre la casa de modo que pude ver que tenía la forma de un cuadrado perfecto. Luego me bajó y entramos en ella.
Adentro había muchos adultos y niños, todos ellos muy felices. Se fueron en cuanto entramos para darnos privacidad. Seguimos a una pequeña área de recepción donde había dos sillones y una pequeña mesa estilo japonés entre ellos. Entonces apareció una anciana con el cabello blanco recogido en una moña y un largo vestido negro con cuello de encaje blanco. Me hizo un gesto para que me pusiera cómoda y me preguntó si quería beber algo. En cuanto me senté, comenzó a hablarme, contándome cosas sobre mi futuro (nada de lo cual recuerdo). Terminó diciendo: “Primero tienes que hacer algunos cambios en tu vida.” Sentí mucho miedo de esas palabras, pues no estaba segura de ser lo suficientemente fuerte. Me volví hacia el ángel y le dije: “No se si podré hacerlo.” Entonces me levantó y me tiró en el aire, y el sueño terminó.
Cuando iba a terminar el año escolar, estaba en una fiesta de despedida para una de mis amigas extranjeras de intercambio. La madre de la chica se me acercó. Yo conocía a la muchacha como mi amiga, pero nunca había visto a su madre antes. Ella me dijo: “Cuando mi hija habla de ti, tengo una sensación de alegría y felicidad en mi corazón, y tengo la necesidad de decirte que Dios tiene un plan para ti.”
Pasó algún tiempo y estaba a punto de graduarme de la preparatoria. Fue cuando conocí a algunos musulmanes y tuve un contacto profundo y real con ellos. Ellos no practicaban su religión, pero había algo que me gustó en sus interacciones entre ellos. Parecía haber un sentimiento mutuo entre ellos que era más fuerte que cualquier cosa que hubiera visto entre las personas antes. También hablaban mucho tiempo en árabe entre ellos, y quería entender lo que decían. De modo que me decidí a estudiar árabe y sorprenderlos.
La única clase de árabe que se ajustaba a mi horario era dictada en la mezquita local, así que fui allí. Nunca aprendí mucho árabe, pero las hermanas en la mezquita me enseñaron sobre el Islam. Por cada pregunta grande y pregunta que yo tenía, ellas me daban una respuesta muy sencilla, lógica y profunda. Sentí en mi interior que el Islam era una religión que yo podía aceptar. De modo que en mi cumpleaños número 19, declaré oficialmente mi Shahadah. Después de decirla, salté de alegría con mis brazos en el aire. “¡Sí! Ahora soy musulmana, gracias a Dios.”
Después de hacerme musulmana, me sentí mucho más en paz con mi formación espiritual. Mi familia estaba muy molesta al principio, pero nunca dejaron de hablar conmigo o de acercarse a mí con amor. Algunos de ellos han llegado a entender un poco más sobre el Islam y están mucho más cómodos con mi decisión y la aceptan mejor. Alabado sea Allah.
A través de su sistema amplio que permea cada aspecto de la vida, el Islam ha afectado las decisiones que he tomado. El Islam no es sólo un asunto de “sentirse bien cada domingo.” No dudo que algunos cristianos sinceros hacen el esfuerzo de practicar su religión en su vida diaria, pero el Islam tiene un conjunto mucho más amplio de directrices a seguir. Todo lo que hago viene con una toma de consciencia de que rendiré cuentas por mis acciones y que necesito continuamente pedirle perdón a Allah. El Islam me ha dado el propósito en la vida que había estado buscando. Es una de las pocas cosas que me apasionan. Antes del Islam, no tenía idea de qué quería hacer con mi vida. Uno de mis grandes deseos es poder ayudar a otra persona a hacerse musulmana. Esto aún no ha ocurrido.
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