El respeto (parte 2 de 3)
Descripción: Cómo recuperar el respeto perdido.
- Por Aisha Stacey (©2012 IslamReligion.com)
- Publicado 20 Feb 2012
- Última modificación 20 Feb 2012
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En este nuevo siglo marcado por un asombroso avance tecnológico y por la comunicación global instantánea, se ha convertido en algo común leer o escuchar hablar a la gente del respeto o de la falta de él. Uno oye acerca del respeto por el medio ambiente, el respeto por la diversidad cultural y religiosa, el respeto por cada ser humano y, en los albores del siglo XXI, el pegajoso eslogan del autorespeto. Perdimos el respeto por nuestros políticos y gobernantes, y a cambio respetamos a deportistas, artistas o actores. Intentamos respetar a nuestro planeta apagando luces innecesarias. Nos quejamos amargamente de nuestras vidas y de la falta de respeto que sentimos en el hogar y en el trabajo. Vivimos en un mundo donde hablamos con reverencia de los actores que dan en caridad a los países devastados por la sequía mientras arrojamos la comida a la basura. Derramamos lágrimas por los cantantes adictos a las drogas, pero pasamos de largo cuando vemos a un mendigo sin hogar por nuestras calles. Respetamos a los hombres de ciencia que nos advierten sobre el calentamiento global, pero ignoramos los preceptos de nuestro Creador. Comprendemos el significado del respeto, pero somos incapaces de lograrlo. Para muchos de nosotros, ¡su esencia se perdió!
¿Cómo podemos recuperar esta cualidad perdida que para muchos de nosotros parece inalcanzable? Simplemente, siguiendo los preceptos que Dios nos ha dejado y adorándolo de acuerdo a ellos. Dios nos dice en el Corán que Él creó a la humanidad sin ninguna otra razón más que para adorarlo (Corán 51:56). Adorar a Dios es mostrar respeto por Él, el respeto que Él merece. Adorar a Dios hace posible el tratar a toda la humanidad con respeto, y nos permite tratar al medio ambiente con respeto y nos hace respetables. Entonces, no hay seres humanos más merecedores de nuestro respeto que aquellos cuya piedad y cercanía a Dios es manifiesta. En el artículo anterior discutimos los peligros inherentes de la maledicencia y el rumor, y cómo aquellos que se involucran en tales comportamientos han perdido el respeto por ellos mismos y, más importante aún, por Dios.
Como seres humanos debemos esforzarnos contra nuestros caprichos mundanos, y uno de los pecados más duros de resistir es el rumor acerca de los otros. En cualquier caso, adorar y amar a Dios en la forma correcta es tan imperativo que debemos intentar librarnos del mal de los rumores. Una forma de limpiarnos de este innoble comportamiento es cultivar la cercanía a Dios reflexionando en los versos del Sagrado Corán y enseñanzas del Profeta Muhammad que nos recuerdan el castigo de Dios y nos animan a arrepentirnos.
“¿Piensan que no escuchamos sus secretos y murmuraciones? Claro que sí; y Nuestros [ángeles] enviados registran sus acciones”. (Corán 43:80)
El Profeta Muhammad nos incentivó a sentir vergüenza ante Dios, él dijo: “Sientan vergüenza ante Dios como corresponde. Por lo tanto, tengan cuidado de sus mentes y de lo que ellas contienen, tengan cuidado de sus estómagos y de lo que ponen en ellos, y piensen en la muerte y el retorno al polvo”[1].
Debemos sentir esta vergüenza cuando sea que estemos hablando mal de alguien, y tomar la oportunidad de reflexionar en lo que perdemos si nos involucramos en este comportamiento. Perdemos la esencia del respeto.
La falta de respeto no es parte del Islam
El Profeta Muhammad les enseñaba constantemente a sus compañeros y les recordaba acerca de la seriedad de desobedecer a Dios. En muchos hadices (dichos) él explica las graves consecuencias de no respetar los derechos de los demás. Él dijo: “Quien está en bancarrota entre mis seguidores es aquél que llegará al Día de la Resurrección con oraciones, caridades y ayunos a su favor, pero haya insultado a esta persona, haya golpeado a aquella, y le haya robado a otra, a causa de lo cual sus buenas obras le serán quitadas (y puestas a favor de sus víctimas) hasta que se agoten, y los pecados de aquellos a los que injurió le sean cargados sobre sus espaldas, y entonces será arrojado al Fuego”[2].
Un verdadero creyente se esfuerza por mejorarse como persona y está consciente de su responsabilidad de proteger a los demás el lugar de faltarles el respeto. En el Islam, los creyentes no se faltan el respeto unos a otros ni toleran la falta de respeto hacia sus hermanos y hermanas.
Otra forma fácil y rápida de protegernos de los males del chisme y el rumor es alejarnos de quienes lo practican. Dios dijo en el Corán:
“Y [porque] cuando oían un insulto, lo evadían y exclamaban: Nosotros responderemos por nuestras acciones y vosotros por las vuestras. No tomaremos represalias por esto, no queremos seguir el camino de los ignorantes”. (Corán 28:55)
El Profeta Muhammad puso gran énfasis en la importancia de rodearnos de gente recta, antes que hacerlo de gente que se mantiene ocupada con cosas vanas o charlas ociosas. Él dijo: “La similitud de un buen compañero y un mal compañero es la de una persona que transporta perfumes y la de quien trabaja en la forja (avivando el fuego). Quien transporta perfumes puede darte un poco o no, pero cuanto menos, disfrutarás del aroma que junto a él encuentras. Y la persona que trabaja en la forja puede hacer que se queme tu ropa, o cuanto menos, sentirás el mal olor de su sudor”[3].
Mantener la compañía de gente virtuosa nos ayuda a evitar la maledicencia y los chismes, porque los buenos amigos se recuerdan unos a otros los males y el castigo asociado con tal comportamiento. Esto también es útil para reflexionar en nuestras faltas y las fallas de nuestro carácter, antes que en los rumores y las faltas de los otros. Por eso el gran erudito Hasan Al Basri dijo:
“Solíamos recordarnos el uno al otro que quien culpe a su hermano por pecados de los que ya se ha arrepentido, Dios lo castigará haciéndole caer en ese pecado”.
Habiendo establecido que la maledicencia y el rumor son grandes pecados, los eruditos del Islam han explicado, sin embargo, que hay ciertas condiciones bajo las cuales es permisible hablar acerca de las faltas y características de otros[4]. Es permisible para quien está siendo oprimido informar a las autoridades de las injusticias que están siendo cometidas en su contra. Y es permisible para aquellos que son testigos de injusticias informar a aquellos que son capaces de hacer algo para corregirlas. Es también permisible mencionar las faltas de la gente cuando se busca un consejo religioso sincero de aquellos que están calificados para darlo sobre cuál es la mejor forma de proceder o resolver problemas. Y es también permisible hacer referencia a una persona como ciega, sorda o discapacitada, en tanto y en cuanto no sea una forma de menospreciar o burlarse de la persona mencionada. Finalmente, no es permisible ocultar las falencias de carácter conocidas de determinada persona a la hora de dar consejo sobre ella a otra que lo pide con fines matrimoniales o para hacer negocios con ella.
Un análisis cuidadoso de las condiciones arriba mencionadas, revela que el respeto es inherente a estas excepciones. Porque oprimir a alguien es faltarle el respeto, y los vicios son una falta de respeto a la comunidad, y engañar a alguien que busca consejo sincero también es una forma de faltar el respeto. Si sentimos que nos faltan el respeto, entonces debemos mirar nuestros propios pecados y volvernos hacia Dios en arrepentimiento. Si la esencia del respeto se perdió en nuestras vidas, entonces podemos recuperarla adorando a Dios con sumisión. El Islam nos insiste en que debemos respetar a Dios obedeciéndolo, y obedecerlo significa intrínsecamente respetarnos a nosotros mismos y a los demás.
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