Los intereses y su papel en la economía y la vida (parte 5 de 8): Explicaciones y teorías
Descripción: Las diversas formas en que los pensadores del pasado han tratado de conjurar explicaciones para la existencia de los intereses.
- Por Jamaal al-Din Zarabozo (© 2010 IslamReligion.com)
- Publicado 29 Nov 2010
- Última modificación 29 Nov 2010
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La mera plétora de opiniones que intentan explicar la existencia de los intereses y justificar su pago –acompañada por las críticas creíbles de todos esos notables y respetados economistas[1]– debería ser una señal para todos de que algo no está bien. En la historia del pensamiento económico, se pueden encontrar las siguientes teorías que justifican los intereses (entre otras):
(1) Las “Teorías Descoloridas” (como las llama Boehm-Bawerk): Estas fueron desarrolladas por Adam Smith, Ricardo y otros economistas tempranos. Esta teoría tiene muchos defectos, incluyendo que confunden los intereses con la utilidad bruta del capital. Ricardo además trazó todo el valor del capital hasta el trabajo –pero de alguna manera falló en tener en cuenta que el trabajo nunca era el que recibía el pago por ese valor.
(2) Las Teorías de Abstinencia: Este tipo de teorías aparecen de vez en cuando. Los economistas descubrieron que la “abstinencia” no es una buena palabra a utilizar[2] y a menudo utilizan otros términos, como “espera” (al estilo de Marshall). El interés es, en esencia, el salario que uno recibe por “esperar” o “abstenerse” del consumo inmediato. Esta teoría falla porque parece pensar que el ahorro es la única función del interés, lo que se ha comprobado como falso.
(3) Teoría de la Productividad: Los proponentes de esta teoría ven a la productividad como algo inherente al capital y, por lo tanto, a los intereses, como un simple pago por tal productividad. La teoría, tal como la presentó Say, asume que el capital produce plusvalía; pero, de nuevo, no hay prueba alguna que respalde tal afirmación. Lo máximo que se puede pretender es que cierto valor ha sido creado, que es un pago al capital, pero no se puede demostrar que el valor exceso o superávit ha sido creado, que es la esencia de su declaración de que el interés está justificado. Por supuesto, estas teorías también ignoran por completo los factores monetarios en el análisis de los intereses.
(4) Teorías del Uso: “Boehm rechazó la validez de la hipótesis de que al lado de cada bien de capital había un ‘uso’ del mismo, que era un bien económico independiente con un valor independiente. Él destacó asimismo que ‘en primer lugar, simplemente no hay tal cosa como un uso independiente del capital’ y, consecuentemente, éste no puede tener un valor independiente, ni su participación puede generar un ‘fenómeno de exceso de valor’. Asumir tal uso es crear una ficción injustificable que contraviene todos los hechos”[3].
(5) Teorías de Remuneración: Este grupo de economistas considera que los intereses son la remuneración de una “labor realizada” por el capitalista. Aunque apoyada por economistas ingleses, franceses y alemanes, tal vez este punto de vista no necesite comentarios.
(6) Teorías Eclécticas (combinación de teorías tempranas, como las de Productividad y de Abstinencia): Afzal-ur-Rahman escribe:
“Esta línea de pensamiento parece revelar un síntoma de insatisfacción con la doctrina de los intereses, como ha sido presentada y discutida por los economistas en el pasado y el presente. Y, como ninguna teoría única sobre el tema es considerada satisfactoria por sí misma, la gente ha intentado hallar una combinación de elementos de diferentes teorías en aras de encontrar una solución satisfactoria al problema”[4].
(7) Teoría Moderna de la Fructificación: Henry George desarrolló esta teoría, pero nunca tuvo el peso suficiente para hallar muchos, o siquiera algunos, seguidores.
(8) Teoría Modificada de la Abstinencia: Otra teoría única, propuesta por Schellwien; nunca tuvo mucho impacto.
(9) Teoría Austríaca (El Agio[5] o Teoría de la Preferencia Temporal): Esta es la visión que Boehm-Bawerk respaldó. De acuerdo con esta teoría, los intereses surgen “a partir de una diferencia de valor entre los bienes presentes y los futuros”. Cassel ha criticado esta teoría en detalle. No es más que una sofisticación de la teoría de “espera”.
(10)Teorías Monetarias (Teoría de los Fondos para Préstamos, Teoría de Preferencia por la Liquidez, Teoría de Existencias y Flujos, Concepto de Patrimonio de Preferencia): Más recientemente, los economistas han tratado de introducir y enfatizar la influencia de los factores monetarios en el tema de los intereses. En realidad, sin embargo, el énfasis aquí comienza a pasar de por qué se pagan intereses a qué determina la tasa de interés vigente. “De acuerdo con Robertson, los intereses en la teoría de preferencia por la liquidez se reducen a nada más que una prima de riesgo de las fluctuaciones sobre las que no estamos seguros. Esto deja a los intereses suspendidos en un vacío, por decirlo así, existen intereses porque hay intereses”[6]. Críticas similares se han hecho a otras visiones en esta familia de teorías.
(11)Teoría de la Explotación: Incidentalmente, los economistas socialistas han considerado siempre a los intereses como explotación. Cabe recordar que los “padres fundadores” de la teoría capitalista, Adam Smith y Ricardo, creían que la fuente de todo valor no es más que el trabajo. Si esto es cierto, entonces todos los pagos deben hacerse sobre el trabajo y los intereses son una forma de explotación.
En un par de sitios, Afzal-ur-Rahman ha proporcionado conclusiones excelentes respecto a estas diferentes teorías de los intereses. Él afirma:
Un estudio crítico de la historia del desarrollo del fenómeno de los intereses ha mostrado que los intereses se pagan a un factor independiente de la producción, que puede ser llamada espera, aplazamiento, abstinencia, uso, etc. Pero todas estas teorías han sido incapaces de responder o probar por qué se pagan intereses o deben ser pagados a este factor. Algunos señalan la necesidad de esperar, otros la necesidad de abstenerse o aplazar, pero ninguna de estas explicaciones responde la pregunta. Ni la mera necesidad de esperar o aplazar o abstenerse, ni el mero uso o la productividad del capital, son suficientes para probar que los intereses son un pago necesario por el empleo de capital en la producción. Además, estas teorías no han logrado explicar cómo un factor variable puede determinar en modo alguno un factor fijo como la tasa de interés. ¿Cómo podría una teoría así ser válida o sostenible?
Después, escribe:
Las teorías monetarias, como las teorías de productividad marginal, no han hecho intento alguno por responder la pregunta: ¿por qué deben pagarse intereses? O, ¿por qué se pagan intereses? Ellas simplemente ignoran esta pregunta y se refugian en la teoría del valor. Dicen que, como todas las demás cosas, el precio del capital está determinado por la demanda y la oferta de dinero. Pero parece que han olvidado la diferencia básica entre los dos problemas. La teoría del valor es un problema de intercambio, mientras la teoría de los intereses es un problema de distribución. Tanto la teoría de fondos para préstamos como la teoría de la preferencia por la liquidez son básicamente teorías de oferta y demanda de los intereses, y los explican en relación a las teorías de oferta y demanda para fondos de préstamos y para dinero respectivamente. Pero no brindan ninguna justificación al fenómeno de los intereses. Aún si el capital tiene derecho a una compensación apropiada como recompensa por su contribución a la creación de riqueza, “éste sólo puede sacar su parte del aumento de la riqueza nacional en proporción a su contribución a tal aumento. No se puede permitir que salga corriendo con su pedazo de pastel, establecido de antemano y sin relación alguna con las realidades de la producción”[7]. De acuerdo con Boehm-Bawerk, el estudio de todas estas teorías “revela el desarrollo de tres conceptos básicos esencialmente divergentes del problema de los intereses”. Un grupo, los representantes de la teoría de la productividad, trata el problema de los intereses como un problema de producción. Los exponentes socialistas de las teorías de la explotación tratan el problema de los intereses como un mero problema de distribución, mientras que el tercer grupo, los que apoyan las teorías monetarias, buscan en la teoría de los intereses el problema del valor. No hay duda de que todos estos teóricos, habiendo sido confundidos por la magnanimidad y la omnipresencia del fenómeno de los intereses, han evitado el tema principal de por qué se pagan intereses. En efecto, ellos han invertido todas sus energías en resolver el problema de la espera o abstinencia o productividad o “valor del trabajo” o “determinación del valor”, y no han dicho nada respecto al origen o la justificación de la institución de los intereses[8].
Footnotes:
[1] Prácticamente cualquier texto de historia del pensamiento económico proporciona un análisis de las justificaciones de los intereses así como de sus críticas. Una referencia útil es Mark Blaug, Teoría Económica en Retrospectiva (Cambridge: Cambridge University Press, 1978). El clásico de Boehm-Bawerk Capital e Intereses es una crítica fuerte contra las teorías tempranas de los intereses, aunque su teoría no está, ciertamente, libre de defectos. Boehm halló que las teorías anteriores son inconsistentes y contradictorias, y también, que fallan en ofrecer una teoría completa sobre los intereses, que explique por qué se pagan y qué determina su tasa. Véase también Qureshi, pp. 11-39; Afzal-ur-Rahman, pp. 9-48.
[2] La teoría de abstinencia de Senior “fue debidamente ridiculizada por un escritor socialista, Lasalle, quien subrayó: “La ganancia de capital es «el salario de abstinencia». Una expresión feliz, incluso invaluable. Los millonarios ascéticos de Europa, como penitentes indios o santos de pilar, están parados en una pierna, cada uno en su columna, con el brazo extendido, el cuerpo oscilante y la apariencia pálida, sosteniendo un plato para recolectar allí el salario de su abstinencia. En medio de ellos, elevándose por sobre sus compañeros, como el penitente y ascético principal, está el Barón Rothschild”. Qureshi, p. 17.
[3] Afzal-ur-Rahman, p. 23.
[4] Afzal-ur-Rahman, p. 30.
[5] “Agio” es la prima que uno está dispuesto a pagar por los bienes presentes en comparación con tener los mismos bienes en el futuro.
[6] Afzal-ur-Rahman, p. 44.
[7] Afzal-ur-Rahman toma esta cita de Ahmad, La Economía del Islam.
[8] Afzal-ur-Rahman, pp. 46-47.
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