Sura 2, aleyas 165 a 167: El peor pecado y cómo salvarse de él
Descripción: Tres aleyas que explican con claridad lo que ocurrirá si adoramos algo que no sea Dios.
- Por Aisha Stacey (© 2018 IslamReligion.com)
- Publicado 14 May 2018
- Última modificación 14 May 2018
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"Existen personas que toman en lugar de Dios a otros que consideran iguales [a Dios], y los aman como solo debe amarse a Dios; pero los creyentes aman más a Dios [de lo que éstos aman a sus divinidades]. Ya sabrán los injustos cuando vean el suplicio que les espera, que a Dios pertenece el poder absoluto y que Dios es severo en el castigo. [Ellos deben considerar que el Día del Juicio] se desentenderán los líderes de sus seguidores, y todos verán el castigo y desaparecerá toda alianza entre ellos" [Corán 2: 165-167].
Los tres versículos esenciales que trataremos aquí, provienen de la parte media del capítulo 2, "La vaca" (Al Báqara). Esta sura de 286 aleyas es la más larga del Corán y fue revelada en Medina. Después de la migración a Medina, los musulmanes comenzaron a enfocarse en construir una comunidad, y así las suras reveladas allí tienden a centrarse en normas. Sin embargo, "La vaca" fue revelada a lo largo de un período de tiempo extenso, y su temática cubre una variedad de cuestiones que incluyen doctrinas de fe y conceptos fundamentales. Estas tres aleyas son consideradas esenciales debido a que revelan un final amargo para quienes eligen adorar algo distinto de Dios.
En el versículo anterior a estas tres aleyas, Dios describe una serie de Sus bendiciones, en especial aquellas que provienen de las maravillas del universo. Luego comienzan nuestras aleyas esenciales expresando incredulidad en el hecho de que, aunque la humanidad sabe y tiene experiencia de estas cosas, todavía hay algunas personas que eligen conscientemente adorar a otros que no sean Él (Dios). Ellos aman sus estatuas, ídolos, personas o cosas con un compromiso que solo Le pertenece a Dios, y eso es irracional. Dios le ha dado a la humanidad un sinnúmero de señales que se adaptan a todas las formas de lógica y a las diversas necesidades de los seres humanos. Sin embargo, en lugar de llegar a la conclusión más lógica, algunas personas deciden adorar estatuas, piedras, árboles o estrellas. La adoración Le pertenece solo a Dios. Ser devoto de algo que no sea Él, es un pasatiempo peligroso.
El Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) también enfatizó siempre la importancia de no adorar a nadie más que a Dios. Una mañana, después de la oración, el Profeta les explicó a sus compañeros la importancia de reconocer el completo poder de Dios sobre todas las cosas. Él dijo que Dios dijo: "Esta mañana uno de Mis siervos se hizo creyente en Mí y otro se hizo incrédulo. En cuanto a aquel que dijo ‘hemos recibido la lluvia por gracia de Dios y Su misericordia’, ese es un creyente en Mí y es incrédulo en las estrellas. Y en cuanto a aquel que dijo ‘hemos recibido la lluvia por tal o cual estrella’, ese es incrédulo en Mí y creyente en las estrellas"[1].
Los verdaderos creyentes son aquellos que toman a Dios como su única deidad y Lo aman por encima de todo lo demás. Obedecen a Dios, temen Su castigo y tienen esperanza en Su misericordia y Su perdón. Esos serán los exitosos.
Si aquel que es injusto con Dios, que no cumple con Su derecho a ser el único adorado, pudiera ver lo que le va a ocurrir en el Día del Juicio, no tendría duda de que Dios es el Todopoderoso y que es severo en Su retribución.
En el Día del Juicio, los denominados líderes religiosos se desvincularán de sus crédulos seguidores que fueron presa fácil de sus engaños. En ese día fatídico, aquellos que fueron seguidos admitirán ante sus seguidores que ellos mismos están perdidos. Además de esto, Satanás mismo denunciará a sus seguidores y declarará su creencia en Dios. "No tenía autoridad sobre ustedes", dirá, "ustedes eligieron seguirme"[2]. Cualquier lazo que existiera entre los seguidos y los seguidores se romperá, separándose frente a lo que ellos finalmente entenderán.
Los seguidores rogarán por una oportunidad de regresar a sus vidas anteriores. Desearán profundamente tener la posibilidad de renunciar a todo aquello que adoraron en lugar de Dios, pero para entonces ya será demasiado tarde. Dios les mostrará sus obras y los frutos de sus actos, y se darán cuenta de que jamás podrán salir del Infierno. Se lamentarán por no haber escuchado las palabras de los mensajeros y los profetas que fueron enviados entre ellos. Muchos se arrepentirán de no haber escuchado las palabras del Profeta Muhammad y no haber tomado en serio las aleyas del Corán. Aquellos que se burlaron de esas aleyas anhelarán escucharlas recitar y tener la posibilidad de prestarles atención y arrepentirse. Pero eso no se les concederá.
La creencia más fundamental en el Islam es la creencia en un Único Dios. Eso forma las bases del Islam y es mencionado una y otra vez a lo largo del Corán. Los seres humanos no fueron creados sino para adorar a Dios[3]. Por lo tanto, lo único lógico es que adorar u obedecer a alguien distinto a Dios es un grave pecado, uno que no puede ser perdonado. Si una persona muere sin haberse arrepentido sinceramente de este gravísimo pecado, su otra vida será una de castigo y fuego. Estas tres aleyas esenciales subrayan la importancia de mantenerse alejado del politeísmo. El Profeta Muhammad dijo que quien muriera afirmando que Dios tiene rival, entraría al Infierno[4].
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