Sura 80, aleyas 33 a 42: Descripción del Día del Juicio

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Descripción: Un relato impresionante sobre el Día del Juicio, que habla acerca de los parientes y familiares durante el Día del Juicio, así como las expresiones de júbilo y de horror que los rostros exhibirán en ese día.

  • Por Imam Mufti (© 2017 IslamReligion.com)
  • Publicado 22 May 2017
  • Última modificación 25 Jun 2019
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"El día que llegue el estruendo terrible [comenzando el fin del mundo], el ser humano huirá de su hermano, de su madre y de su padre, de su esposa y de sus hijos. Ese día cada uno estará preocupado por sí mismo. Ese día habrá rostros radiantes, risueños y felices [por haber alcanzado la salvación]. Pero habrá otros rostros ensombrecidos, apesadumbrados [por haber merecido la condena al Infierno]. Esos serán los que rechazaron el Mensaje y los transgresores [de la ley]". (Corán 80: 33-42)

Chapter-80,-Verses-33-42.jpg"La explosión ensordecedora" o "el estruendo terrible"es la traducción más cercana del término As-Saja, uno de los nombres del Día del Juicio en árabe, el fin de todo deleite y todo disfrute.

Si escuchas la palabra árabe recitada, sabrás que lleva un tono muy agudo, que casi perfora los oídos.

Este efecto simplemente nos prepara para la siguiente escena, en la que vemos que ese día "el ser humano huirá de su hermano, de su madre y de su padre, de su esposa y de sus hijos" (Corán 80: 34-36).

Esos lazos entre una persona y sus parientes más cercanos no pueden ser cortados en circunstancias normales. Sin embargo, el estruendo terrible destruirá esos lazos y los arrojará al aire.

En este mundo, las relaciones entre los hermanos a menudo pueden volverse agrias, pero no se puede siquiera pensar en estar separado de los padres. La calamidad de ese Día será tan grande, que incluso los padres perderán su importancia, así como los cónyuges y los hijos.

"Huir" puede significar que cuando la persona vea a aquellos que le eran más cercanos y queridos en este mundo, por angustia, en lugar de apresurarse a ayudarlos, huirá de ellos en caso que lo llamen por ayuda.

También puede significar que, cuando vean las malas consecuencias de pecar, de engañarse unos a los otros, de no tener temor de Dios y de la falta de atención al Más Allá en esta vida, cada quien huirá de los demás por temor de que otros lo quieran hacer responsable de su desviación.

Estas son las mismas personas por las que vivimos. Solo para mantenerlos felices, renunciamos a otras cosas importantes, incluso ignorando los derechos de Dios. ¿Con qué frecuencia escuchamos la excusa de que no podemos seguir esto o aquello porque a nuestras familias no les gusta? Entonces, ¿por qué se convertirán en extraños en ese Día, cuando más necesitaremos de ayuda?

Esta es la realidad que debemos afrontar: cada uno de nosotros estará tan absorto en su propia preocupación, que le será imposible considerar a nadie más. Este es un recordatorio importante de Dios de que, aunque debemos darles sus derechos a nuestros seres queridos, no está bien que desobedezcamos a Dios debido a ellos. Porque no importa cuánto parezca que nos amen hoy, ellos no nos ayudarán en la próxima vida.

El temor representado en esta escena es puramente psicológico. Golpea el alma, la aísla y la mantiene bajo su control. El resultado es que cada uno de nosotros solo pensará en sí mismo. Ninguno tendrá tiempo ni interés para pensar en los demás: "Ese día cada uno estará preocupado por sí mismo" (Corán 80:37). La descripción es vívida, no puede haber una declaración más corta y a la vez más completa para describir la condición general de las mentes y las almas preocupadas.

Aisha, la esposa del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), le preguntó una vez: "Quisiera que me respondieras una o dos preguntas". Él le dijo: "Por supuesto, si tengo la respuesta". Ella preguntó: "¿Cómo será resucitada la gente?". Él respondió: "Desnuda y descalza" (una versión agrega: "incircuncisa"). Ella estuvo callada un rato, y luego preguntó: "¿Y las mujeres?". Él contestó: "En el mismo estado". Ella exclamó: "¿No se mirarán unos a otros?". El Profeta le dijo: "Ese asunto será mucho más serio que lo que planteas". Luego recitó este versículo: "Ese día cada uno estará preocupado por sí mismo"[1].

La gente que entendió este hecho en este mundo e hizo de Dios su centro de atención, naturalmente tiene que soportar muchas dificultades en la vida, pero su final será dulce; mientras que aquellos que se mantuvieron atrapados en su propia arrogancia y no creyeron en las revelaciones de Dios, se encontrarán en una situación realmente difícil y dolorosa.

"Ese día habrá rostros radiantes, risueños y felices [por haber alcanzado la salvación]" (Corán 80:38-39). Estas aleyas describen la condición de los creyentes después de que a ambos grupos (creyentes e incrédulos) se les haya asignado su valor por los estándares divinos, y hayan recibido sus respectivas posiciones. Esas caras brillarán de felicidad, llenas de deleite, tendrán esperanza y estarán tranquilos, porque sentirán que su Señor estará complacido con ellos. Esas personas se salvarán del terror del estruendo terrible, de modo que podrán darse el lujo de sonreír y demostrar su alegría. O probablemente las sonrisas y manifestaciones de felicidad serán vistas después de que esas personas se hayan dado cuenta del buen fin que les espera.

"Pero habrá otros rostros ensombrecidos, apesadumbrados [por haber merecido la condena al Infierno]. Esos serán los que rechazaron el Mensaje y los transgresores [de la ley]" (Corán 80:40-42). Estos rostros estarán cubiertos con el polvo de la tristeza y la miseria, oscurecidos con humillación y depresión. Sabrán lo que han hecho en esta vida, y que les aguarda un castigo inevitable. Esta gente estaba desprovista de fe. No creían en Dios ni en el mensaje divino. Además, estaban obstinados en sus caminos erróneos y pecaminosos. Persistentemente violaron los mandamientos divinos. El destino de cada grupo se retratará en sus rostros.

Así será el fin que todos tendremos que enfrentar. Hoy en día, podemos todos preguntarnos: ¿qué estamos haciendo? ¿A quién estamos complaciendo? En nuestro Día del Juicio Final solo Dios será Juez, entonces ¿cómo podemos vivir nuestras vidas de acuerdo a Sus mandamientos? Abramos nuestros ojos a la verdad y veamos la dirección de nuestras vidas, y ajustemos nuestras velas en consecuencia.



Pie de página:

[1] Tirmidhi.

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