Sura 3, aleyas 159 y 160: Lecciones sobre liderazgo
Descripción: Después de la batalla de Uhud, muchos ejemplos de cómo ser un mejor musulmán se hicieron claros. Dios les enseñó a los creyentes habilidades de liderazgo y explicó Su poder sobre todas las cosas.
- Por Aisha Stacey (© 2019 IslamReligion.com)
- Publicado 11 Mar 2019
- Última modificación 11 Mar 2019
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"[Oh, Muhammad] Por misericordia de Dios eres compasivo con ellos. Si hubieras sido rudo y de corazón duro se habrían alejado de ti; perdónalos, pide perdón por ellos, y consulta con ellos los asuntos [de interés público]. Pero cuando hayas tomado una decisión encomiéndate a Dios, porque Dios ama a los que se encomiendan a Él. Si Dios los auxilia nadie podrá vencerlos. Pero si los abandona, ¿quién podrá auxiliarlos contra Su voluntad? Que a Dios se encomienden los creyentes" (Corán 3:159-160).
El capítulo 3, "La familia de Imrán", es una sura de 200 versículos revelada en Medina. Las suras reveladas en Medina tratan principalmente con la construcción de una comunidad musulmana estable y fuerte. Se ocupan de la elección, la elección entre el bien y el mal, y el concepto de que los musulmanes fueron elegidos para asumir una gran responsabilidad. Anteriormente en esta sura, que consiste de cuatro discursos principales, se les enseñó a los musulmanes cómo manejar la victoria, y justo antes de estas dos aleyas esenciales, se les enseñó a los musulmanes, como consecuencia de la batalla de Uhud, cómo lidiar con la pérdida.
En esta parte de la sura 3 leemos los comentarios sobre la batalla de Uhud, incluyendo cómo se desarrollaron los eventos antes y durante la batalla. La aleya 159 se dirige al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Dios sean con él), y algunos eruditos han sugerido que esta sola aleya es un mini seminario sobre las cualidades del liderazgo. Como sabemos, la batalla de Uhud tuvo un resultado decepcionante, fue una derrota que se produjo poco después de una gran victoria. Después de consultar con sus compañeros, el Profeta Muhammad y los musulmanes se hallaron en una situación que no esperaban y para la cual no estaban preparados.
Incluso después de haber recibido instrucciones específicas, los compañeros tomaron decisiones imprudentes que culminaron en la derrota de los musulmanes. Muchos de ellos abandonaron sus posiciones y otros huyeron del campo de batalla. Incluso cuando su líder los estaba llamando, muchos en su conmoción y angustia se negaron a dar la vuelta y mucho menos a regresar. En esta situación, uno esperaría que el Profeta Muhammad no fuera indulgente. Él habría estado decepcionado y listo para recriminarlos por su comportamiento. Sin embargo, ese no fue el caso.
Antes de que el Profeta Muhammad tuviera la oportunidad de reunir a sus hombres y sus pensamientos, y mientras se preparaba para dirigirse a sus hombres, Dios indicó que Él necesitaba dirigirse antes al Profeta Muhammad. La aleya 159 trata sobre el resultado del discurso de Dios al Profeta. Fue debido a la misericordia increíble de Dios que el Profeta Muhammad fue indulgente con sus hombres. Él no estaba enojado y no los hizo sentir mal por sus errores monumentales, sino que siguió las instrucciones de Dios y les habló con amabilidad.
Esa es la misma amabilidad que el Profeta Moisés, por instrucción divina, utilizó con el Faraón. Este tipo de bondad y misericordia es un favor especial de Dios. Cuando el Profeta Muhammad no mostraba enojo, esa era una representación de la misericordia de Dios, él fue misericordioso en el nombre de Dios. Dios le dice al Profeta Muhammad que, si él los hubiera tratado con enojo, se habrían alejado, y lo habrían hecho de forma tan definitiva que quizás jamás habrían regresado. Este es un ejemplo de una de las cualidades más importantes del liderazgo: la misericordia. Es la misericordia la que mantiene unido a un grupo, en especial en una situación crítica.
Al Profeta Muhammad no solo se le pidió que tratara con gentileza a sus hombres, sino que los perdonara y luego pidiera perdón por ellos a Dios, después de lo cual debía consultarles asuntos de importancia. Esta, en verdad, no es la forma en que esperaríamos que un líder tratara a sus hombres después de haber pasado por tan terrible experiencia. La realidad es que el Profeta Muhammad no necesitaba consultar con sus compañeros, su mensaje y su vida eran dirigidos por Dios mismo; sin embargo, otra buena característica del liderazgo es hacer que tus seguidores se sientan necesarios e incluidos. Cuando él les consultaba en la toma de decisiones y escuchaba sus opiniones, ellos sentían que eran una parte necesaria del equipo.
Después de la batalla de Uhud los musulmanes sintieron que habían defraudado a su líder. Muchos se avergonzaron, y otros sintieron que, dado que había decepcionado al Profeta Muhammad, ahora él estaría distante de ellos y jamás podrían explicar su conducta. Dios le aconsejó al Profeta Muhammad que los perdonada y consultara con ellos, para así eliminar esos sentimientos de sus corazones. Este tipo de comportamiento establece los principios de buenos modales, moral alta, perdón y generosidad.
Finalmente, aprendemos que después de toda consulta y discusión, un buen líder tomará una decisión. La decisión será tomada, pero en última instancia, el éxito o fracaso estarán en manos de Dios. Él es Quien decide todos los asuntos. Por lo tanto, como creyentes debemos tomar nuestras decisiones y cumplirlas lo mejor que podamos, mientras ponemos nuestra confianza en Dios. Dar marcha atrás y cambiar de opinión no es característico de un buen liderazgo ni son buenas habilidades para la vida. Dios ama a quienes confían en Él, y en la aleya 160 Dios extrapola esto al decir que, con Su ayuda, nada puede vencer al creyente; pero sin Su ayuda, no hay nada que pueda ayudar a una persona.
La persona que entiende esto ha captado el principio central del destino divino. Todos los asuntos comienzan con Dios y todo volverá a Él, es Su voluntad la que determina todos los eventos. Si Dios te da la victoria, nadie podrá vencerte; pero si te abandona, nadie puede ayudarte. La derrota en Uhud les enseñó una gran lección de vida a los creyentes. Confiar en Dios completamente es una cualidad distintiva del creyente. Un musulmán no busca nada de otra fuente que no sea Dios. Él confía totalmente en Dios para lograr los mejores resultados, de acuerdo con su conocimiento y su sabiduría.
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