Sura 57, Al Hadid (El hierro), aleyas 16 y 17: ¿No es hora?

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Descripción: Dios nos guía en la dirección correcta haciendo la pregunta clave: ¿No es hora de que entres en razón y te sometas? Cometer los mismos errores que la Gente del Libro solo conducirá a la dureza del corazón y finalmente al fracaso, nos dice Dios, y compara el corazón duro con el suelo muerto e infértil. Dios también ofrece una solución:

  • Por Aisha Stacey (© 2016 IslamReligion.com)
  • Publicado 25 Dec 2017
  • Última modificación 25 Dec 2017
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"¿Acaso no es hora de que los creyentes subyuguen sus corazones al recuerdo de Dios y a la Verdad que ha sido revelada, y que no sean como quienes recibieron el Libro anteriormente? A estos, a medida que transcurría el tiempo, se les endurecía el corazón. Muchos de ellos eran corruptos. Sepan que Dios da vida a la tierra árida. Les explico estos signos para que reflexionen" (Corán 57:16-17).

spa_Chapter_57_Al-Hadid__(Iron)__-_Verses_16__17_DONE._001.jpgEstas dos aleyas esenciales del Corán vienen en medio del capítulo 57 titulado "El hierro". Esta sura fue revelada en Medina, aproximadamente cuatro años después de la migración de los musulmanes desde La Meca. Ellos estaban construyendo el incipiente Estado musulmán y llevaban vidas de facilidad en comparación con las dificultades y adversidades que habían enfrentado en La Meca.

Es parte de la naturaleza humana el acudir a Dios en tiempos de dificultad y, después, olvidar dicha conexión en tiempos de abundancia. Sin duda, los musulmanes estaban cumpliendo todas sus obligaciones, pero la conexión emocional que una persona tiene con Dios cuando se siente abrumada, puede que hubiera desaparecido. Así, estos dos versículos fueron revelados para abordar dicha situación.

En las aleyas anteriores, Dios dio una descripción vívida de aquellos que serán privados de la luz en el Día del Juicio. Estas dos aleyas revelan cómo evitar dicho destino. Ambas recuerdan y advierten a aquellos cuya fe es débil o mediocre, y animan a quienes han perdido su camino. Es un llamado de atención, como si Dios nos estuviera amonestando y preguntando: "¿No es hora de que subyuguen sus corazones?".

La aleya 16 nos dice que el camino para darles humildad a nuestros corazones, de modo que se ablanden aquellos que se han endurecido, es a través de la alabanza y glorificación a Dios y el desarrollo de una relación con el Corán. Recuerda a Dios siempre que sea posible, mantén tus labios húmedos con Su recuerdo. Desarrollar una relación significa tomarte el tiempo de leer y reflexionar sobre las palabras del Corán. Significa no solo pensar en el Corán como en un libro casual para acompañar con un café, ni para tenerlo exhibido y sacarlo solo en ocasiones especiales. Conéctate a Dios a través de Su libro.

Cuando una persona trata de mantener a Dios en el centro de su vida, recordándolo a menudo y recitando el Corán, los corazones endurecidos se pueden ablandar, y virtudes como la moral excelente y el comportamiento altruista comienzan a manifestarse de nuevo. Esta aleya anima a la persona a arrepentirse y buscar el perdón, y hay muchos testimonios del poder de esta aleya a lo largo de la historia islámica.

Al Fudail Ibn I’ad (muerto en 803 e. c.) fue un musulmán descarriado que se ganaba la vida robando caravanas en Siria y Jorasán (Persia). Al mismo tiempo, estaba enamorado de una mujer con la que mantenía relaciones sexuales ilícitas. La historia dice que un día estaba escalando una pared, ya fuera para reunirse con la mujer o para observar una caravana y planear cómo robarla, cuando escuchó la recitación de la aleya 16 de la sura 57. Fue como si Dios le estuviera hablando directamente y preguntándole: "¿No es hora ya, Fudail, de que te arrepientas de tus muchos pecados?". Su corazón no estaba tan endurecido como para que la recitación del Corán no lo afectara. El Corán penetró en su corazón, y se reformó y arrepintió de inmediato. Después de buscar el conocimiento en Irak, se trasladó a La Meca y estudió con el gran erudito islámico Abu Hanifa.

La aleya 16 continúa con Dios diciéndonos que no debemos ser como quienes vinieron antes que nosotros, la Gente del Libro (judíos y cristianos). Él nos pide que aprendamos una lección del comportamiento de ellos. Ellos recibieron profeta tras profeta y, sin embargo, muchos de ellos se mantuvieron en la ignorancia y la negación. Se negaron a obedecer los mandamientos de Dios, malinterpretando y abusando de sus propias leyes. Con el paso del tiempo, sus corazones se endurecieron. Cuando llegó el Profeta Jesús, su mensaje trajo muchas mejoras morales, pero mucha de la gente acostumbraba romper la ley. Algunos negaron a Jesús y otros fueron demasiado lejos, adorándolo en lugar de adorar al Dios único, Quien lo envió.

La aleya 17 nos da la solución para la dureza de corazón. Nos pide que recordemos que Dios revive la tierra después de que muere. Imagina una parcela de tierra infértil, seca, marchita y café. Parece imposible que dicha tierra dura pueda florecer, tanto que una pala no puede penetrarla, pero ¿qué sucede cuando Dios hace descender Su misericordia en forma de lluvia reanimadora? De repente, de la tierra brota la vida, se vuelve exuberante, verde y fértil.

Por todo el Corán, hay muchos lugares donde la lluvia es comparada con la venida de un Profeta, dado que cuando alguien entrega efectivamente el mensaje, el efecto que este puede tener es similar al efecto que la lluvia tiene sobre la tierra seca. Así como la tierra muerta florece después de recibir la lluvia, la gente cuyo corazón y mente están cerrados, encuentra que estos florecen cuando escuchan las palabras de la revelación. Las virtudes ocultas que han sido suprimidas en un corazón duro, comenzarán a manifestarse en el comportamiento virtuoso y las buenas acciones.

Dios es capaz de convertir un corazón duro en uno que es suave, exuberante y fértil. Si nos volvemos hacia Él, Su perdón y misericordia realizarán un milagro similar al de revivir la tierra infértil. Este versículo nos dice que nadie debe perder la esperanza en la misericordia de Dios. Si el corazón de una persona ha sido endurecido por la falta de devoción o por la falta de humildad, la solución es simple: acude a Dios con arrepentimiento, lee el Corán a diario, trata de entender los significados de las aleyas y reflexiona sobre ello, recuerda a menudo a Dios y mantén tu conexión con Él como tu objetivo central. A los seres humanos se nos ha concedido la capacidad de razonar, y si utilizamos este don que Dios nos ha dado, entenderemos Sus revelaciones.

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