Sura 5, aleyas 116 a 117: Consejo, exhortación y advertencia
Descripción: Jesús negará tener divinidad en el Día del Juicio.
- Por Aisha Stacey (© 2017 IslamReligion.com)
- Publicado 11 Sep 2017
- Última modificación 11 Sep 2017
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[El Día del Juicio Final] Dios dirá: "¡Oh, Jesús hijo de María! ¿Acaso tú dijiste a la gente: "Adórenme a mí y a mi madre como divinidades junto con Dios?" Dirá [Jesús]: "¡Glorificado seas! No me corresponde decir algo a lo que no tengo derecho. Si lo hubiera dicho Tú lo sabrías. Tú conoces lo que encierra mi alma, mientras que yo ignoro lo que encierra la Tuya. Tú eres Quien conoce lo oculto. No les transmití sino lo que Tú me has ordenado: ‘Adoren solo a Dios, mi Señor y el suyo’. Fui testigo de sus acciones mientras estuve con ellos; pero después de que me elevaste, fuiste Tú Quien los vigiló. Tú eres testigo de todas las cosas" (Corán 5:116-117).
Estas dos aleyas esenciales provienen del capítulo cinco del Corán, titulado Al Maida (en español, La mesa servida). Es una de las tres suras que tratan en extenso la vida de Jesús y de su madre, María. Esta sura fue revelada en Medina y discute ampliamente la Unidad y Unicidad de Dios. También rechaza toda forma de politeísmo, la trinidad, la asociación de compañeros o socios con Dios, y la posibilidad de igualarse a Él. Las dos aleyas que trataremos, versículos 116 y 117, están entre las últimas cinco aleyas de la sura, y pueden ser consideradas como una gran exhortación y advertencia a los cristianos del mundo.
En el Día del Juicio tendrá lugar una conversación entre Dios y el Profeta Jesús. De hecho, será un testimonio dado por Jesús cuando Dios le pregunte si le dijo a la humanidad que lo adorara a él y a su madre como deidades. Sabemos y entendemos muy bien que Dios conoce exactamente lo que Jesús le dijo a la gente; sin embargo, esta interacción es para quienes ven y escuchan, y no para aquel a quien está dirigida, Jesús, Profeta y siervo de Dios. Cualquiera que afirme que es igual a Dios comete una ofensa horrenda, por ello, la respuesta de Jesús está teñida de aprensión y temor.
Jesús comienza glorificando a Dios y de inmediato niega haber dicho eso. Está conmocionado y refuta tener conocimiento de semejante pecado tan grave. Dice que es inocente y que todo ello es una invención. En este punto es interesante notar que los musulmanes entienden a Jesús y su rol de acuerdo al Corán y las narraciones y dichos del Profeta Muhammad. Jesús solo fue uno en una larga línea de profetas que llamaron a sus pueblos a adorar solo al Único Dios Verdadero. El Corán explica esto con claridad, igual que lo hizo Jesús en sus enseñanzas. Hay muchos ejemplos en la Biblia donde Jesús y sus discípulos demuestran su entendimiento de que él (Jesús) no era sino un siervo de Dios.
·"... el Padre mayor es que yo" (Juan 14:28).
·"Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre" (Lucas 11:2).
·"… el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir" (Mateo 20:28).
·"El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a Su siervo Jesús" (Hechos 3:13).
·"Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él" (Hechos 2:22).
Aquellos que creyeron en Jesús y lo siguieron durante su vida, no creían que él fuera Dios ni el Hijo de Dios. Cualquier tipo de trinidad estaba lejos de sus mentes. Jesús mismo jamás afirmó ser Dios, y hay versículos de la Biblia que lo describen a él como Profeta.
"Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos. Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque este le tenía por profeta" (Mateo 21: 45-46).
En cuanto a la divinidad de la madre de Jesús, María, la Biblia no contiene ni la más remota sugerencia de que María fuera divina en modo alguno. Dicho concepto es totalmente ajeno al pensamiento cristiano hasta el siglo III d. C., cuando los teólogos de Alejandría comenzaron a referirse a María como la Madre de Dios. Sin embargo, aunque la idolatría ahí comenzó a echar raíces, la expresión "Madre de Dios" no fue utilizada oficialmente hasta unos 100 años después del Concilio de Éfeso[1]. En la época en que fue revelado el Corán, ya María se había convertido en una deidad importante. Así vemos que, en el Día del Juicio, la negación de Jesús será transcendental.
Jesús llama a Dios Omnisciente, así Él sabe bien que Jesús es inocente del gran pecado de asociar a otros con Dios, y de la abominación de llamarse dios a sí mismo. El Jesús acerca del que leemos en la Biblia hizo un esfuerzo por distanciarse a sí mismo de los atributos que Le pertenecen únicamente a Dios. Dijo: "Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo el Padre" (Mateo 24:36). Cuando un hombre llamó a Jesús "maestro bueno", él le contestó: "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios" (Marcos 10:18).
Jesús afirma que no hizo otra cosa que llamar a su pueblo a adorar solo a Dios. La responsabilidad de entregar el mensaje de adorar al Dios Único pesó mucho sobre los hombros de todos los profetas. En su sermón final, el Profeta Muhammad estaba ansioso por saber que sus seguidores atestiguarían que él había entregado el mensaje. Podemos asumir fácilmente que Jesús también quiso que sus seguidores atestiguaran que él había entregado el mensaje de Dios, y no uno que proviniera de su propia mente y sus propios labios. También negó toda responsabilidad por lo que la gente hizo después de que terminó su tiempo en la Tierra. Jesús fue testigo del comportamiento de sus seguidores y, por lo tanto, tuvo cierta responsabilidad mientras estuvo con ellos, pero no después de su partida.
Jesús dice entonces que después de partir, Dios fue el testigo sobre ellos. Los cristianos creen que Jesús murió después de ser crucificado; sin embargo, el Corán niega esto enfáticamente. "…No lo mataron ni lo crucificaron…" (Corán 4: 157). Jesús fue ascendido al cielo y, por lo tanto, no tuvo ya más control sobre sus seguidores ni sobre lo que las generaciones siguientes dijeron sobre él. A medida que pasó el tiempo, las palabras y enseñanzas de Jesús fueron cambiadas y corrompidas.
Esta conversación entre Dios y Jesús indica cuán equivocadas y corruptas se volvieron las enseñanzas con el tiempo. Es una advertencia severa a ser muy cuidadosos acerca de cualquier asociación hecha entre Dios y Jesús. Estas dos aleyas nos piden que limpiemos cualquier rastro de idolatría que se haya infiltrado en las religiones previamente reveladas. En su forma verdadera, revelan la verdad de las doctrinas del Islam.
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