La Familia en el Islam (parte 3 de 3): La educación de los hijos
Descripción: Un pequeño viaje a través de la guía comprensiva de la buena paternidad como fue enseñada por Dios y Su Profeta, brevemente explorada aquí, y las razones de por qué lo musulmanes siguen esos consejos.
- Por AbdurRahman Mahdi (IslamReligion.com)
- Publicado 21 Jul 2008
- Última modificación 22 Jun 2010
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La educación de los hijos
Una de las razones del funcionamiento de la familia musulmana es por su clara estructura, en donde cada miembro de la casa conoce su rol. El Profeta Muhammad, que Dios lo alabe, dijo:
“Cada uno de ustedes es un pastor, y cada uno de ustedes es responsable de su rebaño.” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim)
El padre es el pastor de la familia, quien protege, provee, y lucha por ser un modelo y guía a seguir en su capacidad como cabeza de la casa. La madre es la pastora de la casa, protegiéndola y engendrando en ella el buen y amoroso ambiente necesario para una vida familiar feliz y sana. Ella es también la principal responsable de la orientación y educación de los niños. Si no fuese por el hecho de que uno de los padres asume el rol de mando, lo inevitable sería la eterna disputa y pelea, llevando al rompimiento de la familia, lo mismo pasaría en una organización que no tuviese ninguna autoridad.
“Dios ejemplifica [la idolatría] con un hombre que tiene muchos amos asociados que discrepan entre sí, y [al monoteísmo] con un hombre sometido a un solo amo [que solo tiene un objetivo]. ¿Acaso se asemejan? ¡Glorificado sea Dios! [No se equiparan]; pero la mayoría de los hombres lo ignoran.” (Corán 39:29)
Es lógico que el que es naturalmente más fuerte física y emocionalmente de entre los padres se convierta en la cabeza del hogar: el hombre.
“…Ellas tienen tanto el derecho al buen trato como la obligación de tratar bien a sus maridos. Y los hombres tienen un grado superior [de responsabilidad] al de ellas; y Dios es Poderoso, Sabio…” (Corán 2:228)
Con respecto a los niños, el fruto del amor de sus padres, el Islam tiende extensas morales imponiendo la responsabilidad de los padres y la obediencia de los niños.
“Tu Señor ha ordenado que no adoréis sino a Él y que seáis benévolos con vuestros padres. Si uno de ellos o ambos llegan a la vejez, no seáis insolentes con ellos y ni siquiera les digáis: ¡Uf! Y háblales con dulzura y respeto. Trátales con humildad y clemencia, y ruega: ¡Oh, Señor mío! Ten misericordia de ellos como ellos la tuvieron conmigo cuando me educaron siendo pequeño.” (Corán 17:23-24)
Obviamente, si los padres no logran inculcar el temor a Dios en sus niños desde una temprana edad porque ellos mismos son desatentos, no pueden esperar que les devuelvan gratitud moral. Es por esto que una severa advertencia de Dios se encuentra en Su Libro:
“¡Oh, creyentes! Protegeos a vosotros mismos y a vuestras familias del Fuego, cuyo combustible serán los hombres y las piedras” (Corán 66:6)
Si los padres realmente se esfuerzan por criar a sus hijos en la moral, entonces, como dijo el Profeta:
“Si el hijo de Adán muere, todas sus acciones cesan excepto tres, una caridad continua, el beneficio de un conocimiento y un niño recto que reza por sus padres.” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim)
A pesar de cómo los padres crían a sus hijos, e independientemente de su propia religión (o falta de la misma), la obediencia y reverencia que debe demostrar una hija o hijo musulmán es secundaria a la obediencia debido al Creador mismo. Por eso Dios nos recuerda el Corán:
“Y cuando concertamos el pacto con los Hijos de Israel [y les dijimos:] No adoréis sino a Dios, sed benévolos con vuestros padres y parientes, con los huérfanos y los pobres, hablad cortésmente, haced la oración prescripta y pagad el Zakat; luego volvisteis la espalda salvo unos pocos, y os apartasteis.” (Corán 2:83)
De hecho, es común escuchar de personas mayores no musulmanas convertirse al Islam como resultado del creciente cuidado y obediencia de sus hijos al convertirse en musulmanes.
“Diles: Venid que os informaré lo que vuestro Señor os ha prohibido: No debéis asociarle nada y seréis benevolentes con vuestros padres, no mataréis a vuestros hijos por temor a la pobreza, Nosotros Nos encargamos de vuestro sustento y el de ellos, no debéis acercaros al pecado, tanto en público como en privado, y no mataréis…’” (Corán 6:151)
Mientras que el niño debe mostrar obediencia a sus padres, el Islam destaca a la madre como la merecedora de una porción de amorosa gratitud y bondad de parte del hijo. Cuando se le preguntó al Profeta Muhammad: “¡Oh Mensajero de Dios! ¿Ha quien debo honrar más?” el respondió: “a tu madre”. El hombre preguntó: “¿luego a quién?” El Profeta dijo: "a tu madre". El hombre preguntó nuevamente: “¿luego a quién?” El Profeta repitió una vez más: "a tu madre". Nuevamente, el hombre preguntó: “¿luego a quién?” El Profeta dijo: “a tu padre.”[1]
“Y por cierto que ordenamos al hombre ser benevolente con sus padres. [Y debe saber que] Su madre lo ha llevado [en el vientre] con esfuerzo y le ha dado a luz con dolor, y que el período del embarazo y la lactancia dura treinta meses. Que cuando alcance la madurez, al llegar a los cuarenta años, diga: ¡Oh, Señor mío! Haz que sepa agradecerte los favores que nos has concedido, tanto a mí como a mis padres, y que pueda realizar obras buenas que Te complazcan, y concédeme una descendencia [creyente y] bondadosa. Ciertamente me arrepiento [de mis pecados] y me someto a Ti.” (Corán 46:15)
Conclusión
Existe en el Islam un principio general que afirma que lo que es bueno para uno lo es para el otro. Dicho por las palabras del Profeta:
“Ninguno de ustedes completa su fe hasta ama por su hermano (creyente) lo que ama por sí mismo.” (Sahih Al-Bujari, Sahih Muslim)
Como es de esperarse, este principio encuentra su mayor expresión en la familia musulmana, el núcleo de la sociedad musulmana. No obstante, la obediencia del niño para con su padre es, en realidad, extendida a todos los mayores de la comunidad. La piedad y preocupación de los padres para con sus hijos se extiende del mismo modo hacia todos los jóvenes. El Profeta dijo:
“Él que no muestra compasión por los jóvenes, ni honra a los mayores, no es de los nuestros.” (Abu Dawud, Al-Tirmidhi)
Cualquiera se preguntaría, entonces, ¿Por qué será que muchas personas, criadas como no musulmanes, encuentran lo que estaban buscando, lo que siempre han creído como bueno y verdadero, en la religión del Islam? Una religión en donde son inmediata y calidamente recibidos como miembros de una amorosa familia?
“La piedad no consiste en orientarse hacia el oriente o el occidente, sino que consiste en creer en Dios, el Día del Juicio, los Ángeles, el Libro, los Profetas, hacer caridad, a pesar del apego que se tiene por los bienes, a los parientes, huérfanos, pobres, viajeros insolventes, mendigos y cautivos, hacer la oración prescripta, pagar el Zakat, cumplir con los compromisos contraídos, ser paciente en la pobreza, la desgracia y en el momento del enfrentamiento con el enemigo. Ésos son los justos, y ésos son los temerosos de Dios.” (Corán 2:177)
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