Uthman Ibn Affan (parte 2 de 2): El poseedor de dos luces
Descripción: La vida y obra inspiradoras del tercer líder musulmán.
- Por Aisha Stacey (© 2015 IslamReligion.com)
- Publicado 13 Apr 2015
- Última modificación 13 Apr 2015
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Uthman ibn Affan[1] fue un hombre tan amado por el Profeta Muhammad (Dios lo bendiga) que él lo llamó el poseedor de dos luces. Uthman se casó con la hija del Profeta Muhammad, Ruqiayah, y cuando ella murió, se casó con otra hija de Muhammad, Umm Kulthum, poseyendo así las dos luces.
Uthman ibn Affan fue nombrado Califa (líder de la nación musulmana) a través de un proceso de consulta y de cuidadosa deliberación. En su lecho de muerte, Omar ibn Al Khattab designó un concilio de seis hombres para que eligieran al nuevo líder. Fue una época de confusión y caos para los musulmanes, pequeños desacuerdos se convirtieron en obstáculos. Algunos querían que se nombrara a Ali ibn Abu Talib porque era familiar del Profeta Muhammad, otros querían que se nombrara a Uthman porque pertenecía a una de las mayores tribus de La Meca. El reconocido erudito islámico Ibn Kathir sugirió en el siglo XIV que el líder del concilio, Abdu Rahman ibn Awf, interrogó a ambos hombres y eligió finalmente a Uthman.
Abdurrahman le preguntó a Ali: "¿Juras gobernar según el libro glorioso de Dios (el Corán) y la Sunnah (tradiciones) de Su mensajero?" A lo que él respondió: "Espero actuar según mi mejor conocimiento y capacidad." Cuando Abdurrahman le hizo la misma pregunta a Uthman, él simplemente respondió: "Lo haré." Sería demasiado simplista sugerir que la decisión se tomó solo con base en la respuesta a esta pregunta, cuando en realidad ella fue parte de un proceso de reflexión y deliberación. Ambos hombres eran parte de muchos que estaban muy bien calificados para liderar la nación musulmana. Uthman era un hombre conocido por ser piadoso, generoso y modesto, quizás su respuesta sencilla reflejó su personalidad. Un hombre tímido que hablaba con pocas palabras, pero cuyo corazón estaba lleno de amor por Dios y Su mensajero
Inmediatamente después de ser electo, Uthman ibn Affan se dirigió al pueblo desde el minbar que antes utilizaba el Profeta Muhammad. Miró a los musulmanes y alabó a Dios, pidió bendiciones para el Profeta Muhammad, y le recordó a la gente que este mundo está lleno de engaños. Aconsejó a la gente que rechazara la vida lujosa y que buscara un lugar en el Más Allá lleno de felicidad y paz.
"Exponles el ejemplo de la vida mundanal, y diles que es como el agua que envío del cielo, que riega la vegetación, pero luego ésta se seca y los vientos la dispersan. Dios tiene poder sobre todas las cosas. Los bienes materiales y los hijos son parte de los encantos de la vida mundanal, [que éstos no los hagan olvidar de lo que Dios ha ordenado. Utilicen bien sus riquezas y eduquen correctamente a sus hijos,] pues las obras que a Dios Le complacen son las que perduran y tienen gran recompensa." (Corán 18: 45 - 46)
Uthman fue un hombre piadoso que amaba a Dios y confiaba plenamente en Él, así que su primer acto como líder fue asegurarle a la gente que la guiaría de acuerdo al camino trazado por el Profeta y por los califas Abu Bakr y Omar ibn Al Khattab. Uthman tenía alrededor de 70 años cuando se convirtió en el líder de los musulmanes, y por muchos años se había cohibido de los placeres de esta vida a fin de buscar la cercanía con Dios. Después de marcar unas pautas de piedad y de preocupación por los musulmanes que serían el sello representativo de su gobierno, Uthman concentró su atención en darles dirección a los gobernadores y a los ejércitos musulmanes.
A los gobernadores, Uthman les expresó su deseo de que sirvieran a la gente y nunca la explotaran. Envió compañeros prominentes del Profeta Muhammad en calidad de diputados a las provincias, para ejercer veeduría sobre la conducta de los oficiales y verificar las condiciones de la población. Uthman les recordó a los ejércitos que siguieran las directrices claras establecidas por Omar ibn Al Khattab y les pidió que nunca olvidaran que estaban defendiendo a los creyentes. Se hicieron conquistas extensas durante el gobierno de Uthman, incluyendo partes de España, Marruecos y Afganistán. Uthman también fue el primer Califa en organizar una armada naval. Reorganizó las divisiones administrativas del califato musulmán, expandió e inició muchos proyectos públicos. Quizás la contribución más significativa de Uthman a los musulmanes fue su compilación del Corán.
El Corán Uthmaní
Después de la muerte del Profeta Muhammad y durante la época de los califas, cientos de miles de personas no árabes abrazaron al Islam. En consecuencia, el Corán comenzó a ser recitado y escrito en diversos dialectos y caligrafías. Uno de los compañeros del Profeta Mohammad y amigo de Uthman, Hudhaifah, durante un viaje notó que había muchas recitaciones diferentes del Corán en el vasto territorio musulmán. Hudhaifah le sugirió a Uthman que hubiera una versión oficial escrita en el estilo utilizado en Medina.
Uthman se sabía el Corán completo de memoria y tenía conocimiento profundo del contexto y las circunstancias relacionados con cada aleya. El Corán había sido recopilado durante la época de Abu Bakr y había sido salvaguardado en la casa de Hafsah, la esposa del Profeta Muhammad. Uthman tomó posesión de los originales y ordenó a algunos de los compañeros más confiables que hicieran copias cuidadosas de ellos. Luego ordenó que todas las demás copas no oficiales fueran quemadas o destruidas de algún modo. Cinco copias oficiales fueron enviadas a las mayores ciudades del califato musulmán. Hoy en día aún existen algunas de esas copias oficiales, en Taskent, Uzbekistán y en el Palacio Topkapi en Estambul, Turquía.
Un final trágico
Los últimos seis años del gobierno de Uthman estuvieron marcados por la rebelión. Algunos de los gobernadores que habían sido nombrados durante el gobierno de Uthman tuvieron mano dura y algunos llegaron a cometer injusticias. Esto hizo que las semillas de la disensión se dispersaran y muchas personas comenzaron a amar los lujos de la vida contra los que Uthman les había advertido. Surgieron conspiraciones y para Uthman se volvió difícil distinguir entre amigos y enemigos. Él era reacio a derramar la sangre de cualquier musulmán sin importar cuán rebelde fuera. Uthman prefería persuadir a la gente con cortesía y generosidad, pues siempre recordó las palabras del Profeta Muhammad. "Una vez que la espada sea desenfundada entre mis seguidores, no será enfundada de nuevo hasta el Último Día."
Los rebeldes le exigieron a Uthman que dimitiera, y de hecho muchos de los compañeros le aconsejaron que lo hiciera. Uthman, ya un hombre de más de 80 años, escuchaba las palabras de su amado profeta resonando en sus oídos y se negó a renunciar a su cargo. "Si Dios te viste con una camisa, Uthman, y la gente quiere que te la quites, no te la quites por ellos." Uthman se mantuvo fiel a su alianza, pero después de un largo asedio, los rebeldes irrumpieron en su casa y lo asesinaron. En el momento en que la espada del asesino lo golpeó, Uthman estaba recitando el siguiente versículo:
"Dios te protegerá de ellos. Él es el que todo lo oye, todo lo sabe." (Corán 2:137)
Ese fue el final trágico de uno de los hombres más piadosos, amables y desinteresados del Islam.
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