El equilibrio armónico del universo (parte 6 de 8): ¿Cómo podemos explicar el equilibrio armónico?
Descripción: El equilibrio armónico y el diseño son dos ideas separadas. Expondremos todas las explicaciones posibles para el equilibrio armónico y veremos que la creación divina es la única opción razonable reconocida incluso por algunos ateos.
- Por Imam Mufti (© 2015 IslamReligion.com)
- Publicado 28 Dec 2015
- Última modificación 25 Jun 2019
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Para muchas personas, la evidencia del equilibrio armónico sugiere de inmediato la creación divina como explicación. Incluso algunos ateos en ocasiones no pueden resistir admitir esta interpretación de sentido común. El físico teórico y escritor de ciencia popular Paul Davies escribió: "La impresión de diseño es abrumadora"[1]. Después de descubrir uno de los primeros casos de equilibrio armónico, el astrofísico Fred Hoyle declaró: "Una interpretación de sentido común de los hechos sugiere que un intelecto superior manipuló la física, así como la química y la biología, y que no hay fuerzas ciegas de las que valga la pena hablar en la naturaleza. Los números que uno calcula a partir de los hechos me parecen tan abrumadores como para poner esta conclusión casi más allá de toda duda"[2].
Sin embargo, para agotar todas las explicaciones, vamos a separar primero dos conceptos: equilibrio armónico y diseño. En segundo lugar, vamos a aplicar explicaciones causales mutuamente exhaustivas a fin de eliminar las menos posibles y elegir la mejor.
El equilibrio armónico es un término neutral que no dice nada que lo explique. Solo significa que el rango de valores de las constantes y las condiciones iniciales del universo en el momento de la Gran Explosión fueron extremadamente precisas, y que las leyes físicas están establecidas con exactitud. Si los valores de incluso una de esas constantes o condiciones iniciales fueran cambiados en una cantidad inferior al grosor de un cabello, no habría vida en el universo en la actualidad. El balance delicado requerido para la vida habría sido alterado.
A continuación exploraremos todas las explicaciones posibles para el equilibrio armónico:
El universo se explica por sí mismo
Algunos dicen que el universo es su propia explicación, es decir, es autoexplicativo[3].
No se preocupe si no entiende el significado de esto, porque la idea se contradice a sí misma. Es lógicamente imposible que una causa produzca un efecto si no existe. John Lennox anota: "Los intentos de argumentar que el universo se explica a sí mismo resultan autocontradictorios, pues la simple aceptación de un inicio como hecho bruto es insatisfactoria"[4].
Necesidad
"Necesidad" significa que las constantes y cantidades obligatoriamente deben tener los valores que tienen. Pero, ¿por qué el universo tiene que permitir la vida? ¿Por qué las constantes y condiciones iniciales tienen que ser lo que son?
No hay buenas respuestas a estas preguntas, por lo tanto, la necesidad física es improbable, ya que no hay evidencia de que los universos que permitan la vida sean necesarios.
De hecho, los universos que impiden la vida son más factibles que un universo que permita la vida. Como escribió Paul Davies: "Parece, entonces, que el universo físico no tiene que ser como es: podría haber sido de otra manera"[5].
El universo fue creado por las leyes físicas o se autogeneró
Si un pastel no puede autogenerarse, ¿cómo pudo un universo generarse a sí mismo? Es difícil de creer, pero algunos ateos sugieren que el universo apareció gracias a una teoría, a leyes de la física, o a las matemáticas[6].
En primer lugar, atribuirle inteligencia a unas leyes matemáticas y creer que estas pueden ser inteligentes, no tiene sentido.
En segundo lugar, las explicaciones de fenómenos físicos, como la salida del Sol por el oriente, a través de leyes físicas, son descriptivas y predictivas, pero no creativas. ¿Quién creó esas leyes? La ley de Newton de la gravitación no creó la gravitación ni causó que ocurriera nada. Remplacemos al universo con un motor de jet. ¿Diremos que alguien lo construyó con un propósito específico, o debemos desestimar al agente que lo hizo y decir que el motor de jet surgió naturalmente a partir de las leyes físicas? Esto último sería absurdo. Dios no compite ni entra en conflicto con las leyes de la física como explicación. Las leyes de la física pueden explicar por qué el motor de jet funciona, pero no cómo apareció en primer lugar[7]. Lennox lo dijo muy bien en una de sus conferencias: "Las tonterías siguen siendo tonterías aunque sean dichas por científicos famosos".
¿Azar o fuerza bruta?
El equilibrio armónico pudo haber surgido por mero azar: ¿Podría ser accidental que todas las constantes y condiciones iniciales cayeran precisamente dentro del rango que permite la vida? El problema es que las probabilidades de un universo que permita la vida son tan remotas que esta alternativa se hace irrazonable. Ningún físico respetable (incluyendo a los ateos) cree que el equilibrio armónico puede ser explicado por el mero azar.
Alguien podría preguntar: "¿Cuándo algo resulta tan improbable que se convierte en imposible?". Williams Dembski, un matemático, trató de responder a esta pregunta en su libro La inferencia del diseño. Él considera el número de partículas en el universo y luego el número de segundos en el universo, lo que según él es 1025. Luego, multiplica esto por 1045 como el número de eventos o reacciones que pueden ocurrir cada segundo. Sobre esta base, él llega a una probabilidad que es de una vez y media en 10150. Cualquier cosa que esté más allá de esta posibilidad, según él, no es diferente de la imposibilidad.
Por otra parte, la objeción se responde con un ejemplo dado por John Leslie[8]. Digamos que usted es puesto frente a un pelotón de fusilamiento compuesto por 100 tiradores entrenados, y usted está parado a distancia de quemarropa. Usted escucha: "¡Listos! ¡Apunten! ¡Fuego!". Luego, escucha el sonido de las armas, pero sorprendentemente, ¡sigue vivo! ¿Todos los 100 tiradores fallaron? ¿A qué conclusión llegaría usted? ¿Acaso diría usted: "Supongo que no debe extrañarme que todos fallaran, después de todo, si no hubieran fallado yo no estaría aquí. ¡No hay nada más que explicar!"?
Ninguna persona en sus cabales va a aceptar esta explicación. A la luz de la enorme improbabilidad de que todos los tiradores fallaran, una conclusión razonable sería que todos ellos fallaron a propósito.
Pie de página:
[1] Davies, Paul. 1988. El plano cósmico: Nuevos descubrimientos en la habilidad creativa para ordenar el universo. New York: Simon y Schuster. 203.
[2] Hoyle, Fred. 1982. El universo: Reflexiones pasadas y presentes. Annual Review of Astronomy and Astrophysics: 20:16.
[3] Atkins, Peter. 1994. La creación revisada. Harmondsworth: Penguin. 143.
[4] Lennox, John C. 2009. El sepulturero de Dios: ¿La ciencia ha enterrado a Dios? Oxford: Lion. 69.
[5] Davies, Paul. 2005. La mente de Dios. New York: Simon & Schuster. 169.
[6] "El enfoque habitual de la ciencia de construir un modelo matemático no puede responder las preguntas de por qué debería haber un universo para el modelo a describir. ¿Por qué el universo habría de pasar por todas las molestias de existir? ¿Acaso la teoría unificada es tan convincente que trae consigo su propia existencia? ¿O requiere de un Creador; y si así es, Él tiene algún otro efecto sobre el universo?" (Hawking, Stephen. 1998. Breve historia del tiempo, de la Gran Explosión a los agujeros negros. London: Bantam. 174.)
"No hay necesidad de invocar nada sobrenatural en los orígenes del universo ni de la vida. Nunca me ha gustado la idea de la intervención divina: Para mí, es mucho más inspirador creer que un conjunto de leyes matemáticas puede ser tan inteligente como para traer todas estas cosas a la existencia". (Paul Davies citado por Cookson, Clive. 1995. Científicos que vislumbraron a Dios. Financial Times, 29 de abril, p.20.)
[7] Lennox, John C. 2009. El sepulturero de Dios: ¿La ciencia ha enterrado a Dios? Oxford: Lion. 65-66.
Lennox es un matemático y filósofo de la ciencia, británico, que se desempeña como profesor de matemáticas en la Universidad de Oxford.
[8] Leslie, John. 1989. Universos. Londres: Routledge. 14.
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