Judaísmo (parte 4 de 4): Siendo tan similares, ¿por qué no son lo mismo?
Descripción: Las similitudes e historias compartidas del judaísmo y el Islam.
- Por Aisha Stacey (© 2016 IslamReligion.com)
- Publicado 19 Sep 2016
- Última modificación 19 Sep 2016
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En los tres artículos anteriores acerca de la religión del judaísmo, aprendimos en primer lugar que el judaísmo y el Islam tienen mucho en común. El panorama político del siglo XXI parece pintar un cuadro de judíos y musulmanes que son enemigos mortales, pero ese no es el caso. Las dos religiones comparten una historia, e incluso en algunas épocas han vivido, trabajado y cooperado juntas. Muchos musulmanes se preguntan por qué los judíos no ven al Islam automáticamente como una extensión de su propia fe y lo abrazan de todo corazón. El hecho es que muchos lo hacen, pero la mayoría no. En este último artículo continuaremos mirando las similitudes entre las dos religiones, y exploraremos brevemente su interacción histórica.
El judaísmo y el Islam comparten una herencia conjunta de tradiciones. Ambas religiones comparten muchos de los mismos profetas y reconocen un padre común en Abraham. Ambos reconocen en Dios atributos similares, incluyendo los de Creador, Sustentador, Juez y Perdonador. Ambas religiones creen que Dios es tanto Omnipotente como Omnisciente. El parentesco de estas religiones continúa en los valores morales, incluyendo el respeto por la vida, el respeto por los padres, dar caridad, hacer el bien y evitar el mal. Incluso sus creencias acerca de los momentos finales de la existencia humana son similares. El judaísmo y el Islam comparten la tradición de que, si la trompeta que señala el fin de los tiempos suena y llevas unas semillas en las manos, debes sembrarlas. Existe una superposición considerable y continua entre las dos religiones a nivel físico, teológico y político.
La Torá registra Abraham como el antepasado de los judíos a través de su hijo Isaac, nacido de Sara en cumplimiento de una promesa hecha en el Génesis. En la tradición islámica, el Profeta Muhammad es descendiente del primogénito de Abraham, Ismael. La tradición judía también iguala a los descendientes de Ismael con los árabes. Los denominados profetas judíos ocupan un lugar destacado en la escritura y la literatura islámicas, y el mensaje es siempre el mismo: adorar a un solo Dios.
"Abraham fue el padre de los profetas. Tuvo dos hijos a quienes Dios eligió como profetas. Ellos fueron Ismael, de entre cuyos descendientes Dios envió al profeta Muhammad– e Isaac a quien Dios bendijo con un hijo, Jacob, también conocido como Israel, por quien fueron nombrados los Hijos de Israel y sus profetas"[1].
"Lo agracié [a Abraham] con Isaac y [a este con] Jacob, a quienes concedí la guía. A Noé también lo había guiado en la antigüedad. Y de sus descendientes [también guie] a David, Salomón, Job, José, Moisés y Aarón. Así es como recompenso a los que hacen el bien. Y a Zacarías, Juan, Jesús y Elías; todos ellos se contaron entre los piadosos. Y a Ismael, Eliseo, Jonás y Lot; a todos ellos los distinguí entre la gente". (Corán 6:84-86)
Históricamente, judíos y musulmanes han compartido sus culturas y prosperado juntos, a veces durante siglos. Esta conexión se ve bien reflejada en los 700 años de gobierno musulmán en España, conocida en la época como Andalucía. Fue allí donde los judíos llevaron a cabo sus posiciones políticas más importantes, fueron médicos de los gobernantes musulmanes, y generaron complejas teorías filosóficas. Maimónides vivió y escribió la Guía de los perplejos (una discusión sobre algunas de las teorías más difíciles de la teología) en Córdoba. Allí permanece una estatua en su honor. Los judíos pudieron hacer grandes avances en matemáticas, astronomía, filosofía y química, y esa época a veces se denomina la Era Dorada de la cultura judía. En 1492, cuando Andalucía fue invadida por los católicos y los gobernantes musulmanes fueron depuestos, los judíos y los musulmanes huyeron juntos a la seguridad de las tierras musulmanas del Norte de África, y al oriente hacia Egipto, Palestina, Siria e Irak.
"Dios no les prohíbe hacer el bien y tratar con justicia a quienes no los han combatido por causa de la religión ni los han expulsado de sus hogares, porque Dios ama a los que actúan con justicia. Dios solo les prohíbe que tomen por aliados a quienes los combaten a causa de la religión y los han expulsado de sus hogares o han contribuido a su expulsión…". (Corán 60: 8-9)
El trato dado por los musulmanes tanto a judíos como a cristianos está bien documentado. El califa Omar, bajo cuyo gobierno fue conquistada Jerusalén unos seis años después de la muerte del Profeta, no solo promulgó un decreto protegiendo los lugares sagrados de los cristianos, sino que invitó también a 70 familias judías de Tiberíades para que establecieran su residencia en Jerusalén, de donde habían sido expulsadas por los romanos. Los judíos y los musulmanes tienen mucho en común, siendo su mayor doctrina la creencia en Un Único Dios, indivisible y accesible.
Con tantas similitudes, fácilmente nos podemos preguntar: ¿por qué no hay más judíos que se conviertan al Islam? Como ya se mencionó antes, muchos lo hacen. En los primeros días del Islam, de hecho, muchos judíos se convirtieron al Islam, y uno en particular, Abdul-lah Ibn Salam, fue un compañero cercano del Profeta Muhammad. Su historia puede ser leída en detalle en este mismo sitio web[2]. La siguiente es una breve lista de judíos notables que se convirtieron al Islam.
·Rashid-ad-Din Hamadani – Médico persa del siglo XIII.
·Yaqub ibn Killis – Visir egipcio del siglo X.
·Leila Mourad – Cantante y actriz egipcia de las décadas de 1940 y 1950.
·Lev Nussimbaum – Escritor, periodista y orientalista del siglo XX.
·Jacob Querido – Sucesor del autoproclamado Mesías judío Sabbatai Zevi, del siglo XVII.
·Ibn Sahl de Sevilla – poeta andaluz del siglo XIII.
En realidad, sabemos muy poco sobre cuántos judíos se convierten al Islam en la actualidad. Sin embargo, sus números pueden ser mayores de los que imaginamos, considerando que el Islam está creciendo, según Pew,[3] un 2,9% al año. Esto es más rápido que el crecimiento de la población mundial total, que aumenta un 2,3% anual. En este mismo sitio web están disponibles datos estadísticos confiables recopilados de allí[4].
Los datos del Estado de Israel sugieren que la tasa de conversión de los judíos al Islam en Israel se ha duplicado en los últimos años. "Los judíos dicen que deciden convertirse después de profundizar su conocimiento sobre el Islam. Muchos están desilusionados con el judaísmo", dijo un alto miembro del tribunal islámico. Los judíos se están convirtiendo a pesar de que el Ministerio Israelí del Interior y de Asuntos Religiosos se los dificulta. Según un converso: "Me tenían como pelota, enviándome de un lado a otro, e hicieron que me viera un psiquiatra para ‘asegurarse de que no me habían lavado el cerebro’. Hicieron todo lo posible para que yo desistiera de mi conversión y volviera al judaísmo"[5].
Cuando nos fijamos en todas las similitudes, parece ser que es solo un pequeño paso, nunca un gran salto cognitivo, el que un judío se deslice hacia la religión del Islam. Sin embargo, el Islam es un regalo de Dios, y Dios lo da a quien Él quiere.
Pie de página:
[1] Tomado de Usul ud din al islamí, del Shaij Muhammad ibn Ibraheem At-Tuwayjri (con algunas modificaciones gramaticales).
[2] www.islamreligion.com/es/articles/4703/viewall/abdullah-ibn-salam-parte-1-de-2
[3] El Pew Research Centre es un centro de estudios estadounidense con base en Washington, D. C., que proporciona información sobre los problemas, actitudes y tendencias que definen a los Estados Unidos y al mundo.
[4] www.islamreligion.com/es/articles/4394/viewall/la-poblacion-de-musulmanes-parte-1-de-2
[5] www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-3274735,00.html
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